lunes, 15 de diciembre de 2014

Conoce la terrorífica historia de los padres de la ginecología: los médicos de la muerte Por Kike Pérez-12/12/2014


Como tanta historias de la medicina antigua la de William Hunter y William Smellie se mueve entre la admiración y el terror. Gracias al concienzudo y meticuloso trabajo sobre el embarazo realizado por estos dos genios, se sentaros las bases de la Obstetricia y la Ginecología.
Sus precisos dibujos anatómicos sobre la mujer, el feto y la gestación, permitieron conocer con detalle el proceso del parto y revolucionar la historia de la medicina salvando miles de vidas.
Smellie y Hunter fueron maestro y aprendiz. Compartieron profesión, horas de estudio y hasta el mismo nombre pues ambos se llamaban William. Sin embargo lo que comenzó siendo una gran competencia entre dos colegas de la medicina, terminó en lo que serían los mayores asesinatos en serie de mujeres embarazadas de la historia.
Conoce todos los detalles de esta horripilante crónica de muerte, falta de escrúpulos y ambición en nombre de la ciencia y la vida.

William Hunter (1718-1783) fue pupilo y aprendiz del médico W. Smellie (1697-1763) ambos consideraban que la “partería” debería ser considerada como una ciencia, por la complejidad que esta representaba a pesar de que en aquella época aún no se había escrito mucho sobre esta.
Según la investigación que el historiador Don Shelton ha publicado en la prestigiosa revista médica ‘Royal Society of Medicine’, durante los años 1750 y 1774, los doctores Hunter y Smellie cegados por la fama y la ambición, habrían asesinado a un total de entre 35 y 40 mujeres embarazadas.

William Smellie (1697-1763)
Para realizar sus meticulosos estudios Hunter y Smellie debían conseguir un tipo de mujer muy específica: una mujer en el noveno mes de embarazo. No podían aprender nada de una mujer que ya hubiera dado a luz y era extremadamente difícil que una mujer que fuera a dar a luz muriera de causa natural. De hecho, en su obra publicada en 1774, ‘Anatomia uteri umani gravidi’ (Anatomía del útero humano grávido), el doctor Hunter reconoce que «la oportunidad de diseccionar úteros de mujeres embarazadas rara vez ocurre. La mayoría de anatomistas, si tienen suerte, lo pueden hacer una o dos veces en su vida».
Sin embargo, a pesar de la gran dificultad, Hunter y Smellie realizaron minuciosos dibujos y atlas anatómicos de hasta 35 mujeres en el noveno mes de gestación, «con una calidad y un detalle equivalentes a fotografías forenses del siglo XXI», algo imposible de conseguir con las técnicas utilizadas en aquella época.

William Hunter (1718-1783)
En el siglo XVIII era habitual que los médicos compraran cadáveres frescos para sus estudios, la demanda era alta y los médicos no hacia preguntas, por lo que más de un hombre sin escrúpulos cometió asesinato para hacer negocio.

A través de un estudio demográfico y estadístico Shelton determinó que la población de Londres pasó de 600.000 a un millón de habitantes entre 1700 y 1800 debido, en gran parte, debido a la inmigración rural. Durante este tiempo, el índice de mortalidad se mantuvo en 20.000 personas, de las que sólo el 1,4% eran mujeres que morían al dar a luz. Las cifras no cuadran.
Los asesinatos y el modus operandi.

Es probable que Smellie y Hunter no ejecutaran ningún asesinato por su propia mano, pero no cabe duda de que en su caso fueron los autores materiales de los asesinatos, pues se cree que seguían y controlaban a las mujeres durante todo el embarazo con el objetivo de encargar su muerte en el momento más preciso para sus estudios anatómicos.
Los reputados doctores preferían mujeres jóvenes, preferiblemente primerizas, pobres e inmigrantes recién llegadas que no tuvieran a nadie que pudiera denunciar su desaparición. Cuando faltaba poco para dar a luz, eran conducidas con engaños, hacia un supuesto médico que las asistiría con su parto. Cuando llegaban a un lugar tranquilo eran asesinadas por asfixia con la intención de no dañar físicamente el cuerpo de la madre ni al niño.
Una vez muertas, les cortaban la cabeza, los brazos y las piernas «para que no las pudieran reconocer y también para poder diseccionar las otras partes del cuerpo en su escuela de anatomía», sostiene Shelton.

Según Shelton «Smellie y Hunter son dos asesinos en serie peores que Jack el Destripador y Burke y Hare. Éstos cometieron 25 crímenes, en comparación con los 37 de Smellie y Hunter, que se doblarían si contabilizáramos a los bebés que portaban las víctimas»
Las sospechas.
Según las leyes de la época, las escuelas de medicina sólo podían obtener los cadáveres de los sentenciados a muerte para sus investigaciones. Shelton ha constatado que entre 1700 y 1820 hubo 5.000 ejecuciones, muchas menos en comparación con los 200.000 cuerpos diseccionados en las escuelas, el resto de este macabro cálculo nos hace entender que los cadáveres procedían de tumbas recientes o de asesinatos.
Con estas increíbles cifras y con el extraño repunte de mujeres embarazadas desaparecidas, el rey Jorge III, decidió abrir una investigación y endurecer los crímenes en el año 1753.
Inmediatamente la policía sospechó de Hunter y Smellie, por lo que empezaron a ser investigados como responsables de los asesinatos, pero las muertes cesaron en 1754 y la policía no encontró ninguna prueba concluyente.
En el año 1763 fallece el maestro William Smellie, quién obtuvo gran reconocimiento por sus tratados y el desarrollo de la técnica de fórceps para extraer a los bebés en los partos.
Y en 1766, con las aguas ya calmadas, comienza una segunda ola de desapariciones de mujeres embarazadas a la vez que aparecen nuevos y detallados atlas anatómicos de Hunter, sin embargo para entonces William Hunter había conseguido un gran reconocimiento y poder.
William Hunter fue el médico personal del Rey Jorge III y su esposa, la reina Charlotte. En 1768 creó su propio centro de anatomía en Great Windmill Street, en Londres, donde formó a cirujanos y anatomistas, entre ellos su hermano menor John. Tras su muerte, donó su colección, sus libros y el material de su escuela a la Universidad de Glasgow, donde había estudiado Teología y Medicina. Con ese material, la univeridad fundó el Museo Hunteriano, el más antiguo de Escocia.
La duda.
Hoy la sospecha aumenta y la suma de los detallados dibujos en los que se reconocen los cuerpos de una gran variedad de mujeres diseccionadas, junto con los datos demográficos y la línea temporal de los asesinatos, son un claro indicio de criminalidad.
La historia de la medicina está llena de historias oscuras y comercio de cadáveres, pero esta investigación revela mucho sobre las dudosas prácticas de los célebres fundadores de la obstetricia.
Por tanto, puede que sacrificaran decenas de mujeres embarazadas o quizás, simplemente cegados por la codicia, no hiciesen las averiguaciones pertinentes sobre el origen de los cuerpos que llegaban a sus manos.
Sea como sea, siempre quedará la duda.
Fuente: elmundo.esmundocuriososencillo, Wikipedia