EL FÚTBOL NO ES UN JUEGO.
INGENIERÍA SOCIAL MULTIPROPÓSITO, PARA ALIENAR A LAS MASAS
by Freeman
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Brasil: el estado pone
el fútbol por encima de salud, educación o cualesquiera derechos fundamentales
EL FÚTBOL NO ES UN JUEGO
Por Ibn Asad
de "La Danza Final de Kali"
2011
extraído por Roberto Benítez Melgar
10 Junio 2014
de "La Danza Final de Kali"
2011
extraído por Roberto Benítez Melgar
10 Junio 2014
Del Sitio Web RobertoBenítezMelgar
'Asombrosa síntesis de la situación postrera del llamado mundo moderno.
Una crítica devastadora del proyecto global y sus terribles consecuencias
en todos sus ámbitos de desarrollo, que cuenta entre sus secuelas: distintas
estrategias de inversiones simbólicas, la erradicación de las sabidurías
tradicionales y la creciente deshumanización del individuo en sociedad y tomado
en el plano íntimo y personal…'
Si el fútbol fuera un juego, nada alrededor del mismo podría ser
cuestionable.
Sería tan sólo un entretenimiento, y nadie sería tan estúpido como para
atacar una inocente distracción lúdica. Nada hay de insalubre en la diversión
(al contrario), tampoco en el entretenimiento, ni en la distracción.
Por nuestra parte, no encontramos nada censurable en que una persona se
entretenga con un partido de fútbol; no obstante, el hecho de que millones de
personas aparenten elegir el mismo partido de fútbol como único entretenimiento
posible, puede parecer sospechoso.
Más sospechoso aún resulta que los noticiarios televisivos y periódicos
dediquen al menos un tercio de su tiempo y espacio al fútbol.
Muchísimo más sospechoso resulta que ciertos partidos de fútbol sean
verdaderos "actos oficiales" a los que asisten jefes de estado,
primeros ministros y familias reales.
Pero, en verdad, lo que supone ser delatador es comprobar la brutal huella
que ha dejado el fútbol en la sociedad moderna, la función que aquel tiene en
esta, y la cantidad de energía que moviliza algo en apariencia tan inocente
como un juego.
He aquí la primera declaración:
el fútbol no es un juego.
Todo lo aquí expuesto está lejos de ser un juego.
Y al referirse al aspecto oculto del fútbol, no vamos a aludir
a lo sucio que por ser sucio no deja de ser ampliamente conocido. Resulta
famosa y asumida como algo habitual, la costumbre europea de utilizar el fútbol
como una forma de blanquear dinero, bien de grandes grupos constructores, bien
de personalidades relacionadas con el tráfico de drogas y otros negocios
ilícitos.
Que el deporte en general - y el fútbol en particular - sean lavadoras de
capital, lo sabe todo el mundo, y si alguien tiene alguna duda ahí están los
sacos rotos de Silvio Berlusconi en 1995, Jesús Gil en
2002, y más recientemente los casos de Kia Joorabchian, Alexandre Martins,
Reinaldo Pitta, o las conocidas relaciones con la mafia de Roman
Abramovich.
La cara oculta del fútbol tampoco es el hecho ya divulgado de que la organización
internacional que administra este deporte (La FIFA) esté carcomida por la
corrupción, así como ha denunciado el periodista
Andrew Jennings.
Tampoco lo es la archiconocida dependencia del fútbol con las grandes
multinacionales textiles deportivas que manufacturan sus productos en
estados-taller con los que pactan condiciones infrahumanas para sus
trabajadores.
Nada de esto resulta ser el aspecto oculto del fútbol, sólo parte de su
cloaca, bien asumida, bien disimulada, bien perfumada, pero por todos conocida.
-
Hay una presencia más oscura y más cotidiana del fútbol, y por eso mismo
más imperceptible:
·
la función que desempeña el fútbol en la ingeniería
social del Nuevo Orden Mundial
·
la impactante influencia del fútbol en todos los
aspectos de la sociedad moderna
·
la utilización del fútbol como potente herramienta con
la que el mass-media hace
su trabajo de control mental e hipnosis de masas
Esta importancia del fútbol va más allá de la función del clásico
"circenses" para el pueblo o, al menos, nunca antes ninguna fuerza
imperial dispuso de los potentísimos medios de los que se sirve este moderno coliseo global.
Todos los grandes grupos de mass-media tienen dos prensas especializadas
que nunca faltan como periódicos de tirada regular:
·
el económico
·
el deportivo
Si este gran grupo es europeo, ya sabemos a lo que dedica más de un tercio
de su trabajo: ¡a informar sobre fútbol!
Por supuesto, nada de esto es casual, ni es fruto de un noble amor por el
deporte. El interés que hace del deporte - y del fútbol - lo que es, es poder
desarrollar una plataforma de manipulación social sólo
comparable en Europa con las dos que en este capítulo se han tratado.
-
-
En el caso concreto del fútbol, las principales funciones que desempeña en
esta ingeniería social se
pueden dividir en los siguientes tres puntos:
·
Función 1
A través del fútbol, se fijan e imponen los modelos filosóficos,
comportamentales, estéticos (e incluso, de pura peluquería) que aspiran a ser
aplicables a todas las razas, condiciones y edades de la nueva sociedad
moderna.
Así, el futbolista de élite se presenta como un moderno Aquiles de plástico
y gomina, un héroe vaciado de heroísmo que se convierte en un mero maniquí del
perfecto triunfador global, una deidad invertida llevada al panteón publicitario de la
moda pasajera.
No hay nadie en Europa tan socialmente valorado como un futbolista de
élite: se trata de alguien conocido por muchas personas, que gana mucho dinero marcando
muchos goles y ganando muchos partidos; se trata de un auténtico "campeón
de la cantidad".
El objetivo final de esta figura sería integrarla en la cultura pop y todo
el abanico publicitario.
El primer ejemplo triunfante de este completo modelo global fue David
Beckham; tras este triunfo, le siguieron muchos otros como Freddie Ljungberg,
Thierry Henry o Cristiano Ronaldo, todas figuras perfiladas en la Barclays
Premier League inglesa.
Sin embargo, si estos iconos comportamentales son de utilidad en la
ingeniería social europea, lo son muchísimo más en las sociedades llamadas
"tercermundistas".
Si en los "países desarrollados", los modelos impuestos son
potentes influencias comportamentales y la juventud los imita, en los países
más pobres el modelo del futbolista se convierte en la única oportunidad de
"integración social" para millones de niños y adolescentes.
Poco importa el hecho de que esta oportunidad sea una ilusión, y que sólo
un porcentaje residual tenga acceso a una mínima profesionalidad como
futbolista.
Este es el único sueño impuesto a chavales del África rural, el
extrarradio porteño o la favela brasileña. Su situación desesperada de
acorralamiento hace que se depositen todas las energías en la única vía de
escape concebible.
En esta situación, es donde la FIFA, a través de su proyecto
"Goal", trabaja en enternecedoras campañas filantrópicas en las que
se regalan a las poblaciones más pobres, pelotitas de fútbol y camisetas
firmadas por el astro de turno.
Esta misma filantropía es la que ocultan proyectos caritativos de
corporaciones deportivas en África, así como el patrocinio de clubes de fútbol
por parte de potentes ONGs y plataformas de las Naciones Unidas como UNICEF.
Todo busca un objetivo: esperanzar ilusoriamente con los encantos del
prestigio social del futbolista de élite.
Se trata de imponer una única vía de supervivencia: una vía que saca de una
miseria para llevar a otra miseria diferente, una vía que permite pasar de la
desnutrición a las mansiones grotescas, los coches deportivos de lujo, y la
prostitución de alto standing. Se entenderá fácilmente que todo este
entramado sólo genera (a unos y a otros, tanto al individuo como socialmente)
un único sentimiento: frustración.
Esta frustración resultará clave para la función que exponemos en el
siguiente punto.
·
Función 2
Otra función que el fútbol desempeña, esta con respecto al aficionado, es
una bien reconocible:
la canalización de la tensión nerviosa hacia una actividad estéril.
Así, a través de los medios de comunicación,
todo el descontento, la insatisfacción y la rebeldía que podrían motivar un
cuestionamiento crítico por parte del individuo, van destinados a la afición
futbolística.
Se entenderá así porqué los más fervientes aficionados al fútbol son los
individuos más alejados de cualquier práctica deportiva. La energía destructiva
generada en el individuo por la vida moderna, es condensada en "noventa
minutos de odio".
Durante ese tiempo, el pacífico ciudadano puede insultar, juzgar, reclamar,
patalear y criticar a su antojo, siempre dentro del contexto ad hoc: el fútbol.
Así, la agresividad no es en ningún caso sublimada, muy por el contrario,
sólo es concentrada y dirigida hacia una pasión yerma y absurda.
Resulta natural que al pretender controlar y manipular la energía nerviosa
de la masa de semejante forma, muchas veces el fútbol acabe en episodios de
violencia.
Ésta es la estructura de la pasión futbolística, que a su vez
desempeña una tercera función en la ingeniería social del Nuevo Orden Mundial.
·
Función 3
La afición al fútbol de clubes, el pertenecer a un equipo, el "sentir
los colores" supone ser un ejercicio devocional cuanto menos curioso:
se trata de apoyar sentimentalmente a un colectivo sin ideología, sin
ninguna base de cohesión intelectual, sin ninguna identidad natural, que no
representa ya a ninguna raza, pueblo o ciudad, que no está unido por valor
común alguno, y que sólo tienen una única finalidad bien explícita: la victoria
consistente en superar al rival en un parcial numérico.
El fanatismo por un club de fútbol cualquiera tiene su calco en el mundo
empresarial: el fanatismo corporativista. Este reflejo puede confundirse
completamente cuando se ve a algunos clubes cotizando en bolsa.
Un hincha de un equipo cualquiera y un perfecto trabajador corporativista
aspiran a la misma cosa:
Participar en el éxito (bien en forma de goleada, bien en forma de
beneficio económico) de una entidad que les es ajena personalmente, a la cual
pertenecen desde un anonimato numérico.
Y esa es la tercera función que desempeña el fútbol en el Nuevo Orden
Mundial:
Entrenar a la población en el fervor descerebrado, en la devoción mística
del cordero, en la lealtad del rebaño, es decir, en el fanatismo corporativista.
Por lo tanto, estas suponen ser las funciones del fútbol resumidas en tres
puntos.
Les habrá que se pregunten por qué precisamente es el fútbol el deporte
escogido y no otro. Si existe una respuesta adecuada a esa pregunta, estará en
la estructura y el origen mismo del fútbol, que - como todo el mundo sabe - es
inglés.
Es indudable que la expansión del fútbol está estrechamente relacionada con
el imperialismo británico, y nadie puede negar que el fútbol es el deporte más
popular, como la lengua inglesa es la lengua más hablada o la música pop el
folclore más bailado.
Sin embargo, esto tampoco explicaría que el fútbol sea el aspirante a
deporte global, y no, por ejemplo, el hockey.
¿Por qué precisamente el fútbol?
Todo juego tradicional es eso mismo porque parte de su estructura y
reglamento están relacionados con los principios metafísicos donde se apoya
dicha tradición, y así es, por ejemplo, como sucede con el ajedrez indio o el tlachtli azteca.
En el caso del deporte moderno (como inversión profana de un juego), no es
extraño encontrar relaciones con el simbolismo de grupos contra-iniciáticos. Se
podría hacer un estudio sobre los paralelismos simbólicos de muchos deportes
británicos y la ritualística francmasona.
Así, en el fútbol, el cual se desarrolló como lo conocemos a través de un reglamento conformado en 1848 por una hermandad estudiantil de Cambridge, podemos ver como en sus primeros códigos los equipos no eran once contra once, sino doce contra doce, disponiendo ya cada equipo de un técnico o entrenador.
Por lo tanto, el equipo de fútbol original estaría formado por 13 (12+1)
miembros, siendo este 13 (descompuesto en 12+1) un simbolismo harto abusado por las logias francmasonas inglesas del siglo XIX.
El simbolismo del número 13, ilustrado con la figura cristiana de "los
doce apóstoles y el Mesías", estaría en toda la estructura, ritualística y
gradación del Rito Escocés. Además, la estructura del equipo de fútbol estaría
relacionada con las teorías modernas de organización social que tanto gustaban
a la francmasonería británica, al inspirarse con torpeza en la división de
castas de su colonia india.
Así, el equipo estaría formado por,
·
un mister o entrenador que no interviene
materialmente en el juego y que aporta su guía invisible (el sumo
sacerdote, el brahman)
·
unos valientes atacantes que aspiraban a la gloria del
gol a través de la rapidez y el movimiento (los guerreros, los chatrias)
·
unos defensores que administran, protegen y
distribuyen el juego (los comerciantes, los vaishias)
·
los porteros que a través de sus manos, no tienen otra
función que contener y soportar la furia del ataque enemigo (los trabajadores,
los shudras)
Existen sin duda más relaciones simbólicas interesantes que nos aportan
datos sobre el origen del fútbol, pero con todos ellos, sólo obtendríamos
hipótesis que podrían ser interpretadas por algunos de nuestros lectores como
vana especulación.
Además, estas implicaciones no parecen tener solución de continuidad
sencilla con lo que el fútbol ha llegado a ser hoy en día:
Una poderosa herramienta de control mental al servicio de los arquitectos
globales, un péndulo de hipnosis de masas en manos del mass-media, una plataforma
de manipulación social nunca antes conocida.
Esta plataforma que se ha expuesto (Industria del cine + "cultura
pop" + deporte) tendría un núcleo común de fácil identificación: los
medios audiovisuales.
Resulta relativamente sencillo evaluar en cualquier ciudadano el impacto de
la superestructura de control mental de
masas que se esconde tras los medios audiovisuales.
Basta con preguntar a cualquier hombre moderno, ¿qué opinas sobre esto o
aquello? Independientemente de cuál sea su opinión, las fuentes de su
información vendrán de la plataforma audiovisual.
Todo lo que el hombre moderno piensa, quiere, necesita, opina, rechaza,
sigue, admira, detesta, sufre, goza, anhela, desea y compra, se impone como
contenido subconsciente colectivo a través de los medios audiovisuales de la
televisión, el cine, el Internet...
Fuera de esa estructura, no hay nada más allá de la limitada percepción
concreta de su día a día en la sociedad moderna: el desayuno, el trabajo, el
transporte, sus vecinos... La plataforma mediática se convierte así para el
"nuevo hombre", no sólo en "una ventana al mundo", sino en
la "única ventana al mundo".
En los capítulos siguientes,
se comprobará que esa única ventana permanece ferozmente cerrada con un
poderosísimo candado.
La limitadísima utilidad de esta ventana dependerá de comprobar cuán sucios
están los cristales a través de los cuales se ve una distorsionada porción del
mundo que se confunde con un mundo entero.
Evaluemos - por lo tanto - esa suciedad.
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Fuente artículo: Biblioteca Pléyades