La artrosis es una de
las enfermedades reumáticas más comunes y, desgraciadamente, los tratamientos
farmacológicos existentes para combatirla, o bien no están indicados para la
mayoría de pacientes o bien tienen unos importantes efectos secundarios.
Un desolador panorama para todo aquel que sufre esta dolorosa enfermedad, que en
España afecta al 16% de la población mayor de 20 años. Sin embargo, esta
situación podría tener los días contados.
Durante los próximos
doce meses se pondrá a prueba un nuevo fármaco en varios estados de EEUU, cuyos
resultados hasta el momento son muy optimistas. Desde los primeros ensayos en
animales, que han demostrado que este medicamento es capaz de detener el desarrollo de la enfermedad y disminuir el
dolor, hasta las pruebas de seguridad pertinentes que han reducido a
la mínima expresión sus efectos secundarios.
Los
tratamientos más empleados hasta ahora contra esta enfermedad degenerativa sólo
permiten mitigar el dolor
El nuevo fármaco,
cuyo nombre no comercial responde a ABT-981, es un anticuerpo que actúa
directamente sobre la articulación dañada, donde se inyecta, evitando así su
desgaste. La artrosis es especialmente dolorosa cuando se llega al punto de
ruptura del cartílago, provocando así una fricción de los huesos,
hinchazón y pérdida de movimiento. Un extremo que ahora podrá
evitarse si el ABT-981 supera esta última fase de prueba necesaria para
adquirir los permisos de comercialización.
Combatir el problema
de raíz
Una de las
características más prometedoras de este nuevo fármaco es que no actúa como
paliativo de los síntomas derivados de la artrosis, sino que combate
directamente la raíz del problema, deteniendo en seco la progresión de la
enfermedad. De hecho, sus desarrolladores creen que podría poner fin a las incapacidades graves de cadera o rodilla,
las dos más predominantes, la primera en hombres y la segunda en mujeres.
El
nuevo fármaco, conocido no comercialmente como ABT-981, es un anticuerpo que
actúa directamente sobre la articulación dañada, donde se inyecta, evitando así
su desgaste
Los analgésicos o la
fisioterapia, dos de los tratamientos más empleados contra esta enfermedad
degenerativa, sólo permiten mitigar el dolor, pero no son suficientes para
detener el avance de la artrosis. Hasta ahora, la opción más utilizada en los
casos graves, en los que el paciente ya no podía realizar una vida normal, no
era otra que reemplazar la articulación dañada por una prótesis. Una
opción que tiene como principal contrapartida la difícil y larga recuperación.
En estos casos, el
paciente permanece en el hospital aproximadamente una semana y en ocasiones es
necesario realizar transfusión sanguínea por el sangrado de la operación. La rehabilitación se prolonga hasta que el paciente
consigue una capacidad de movimiento aceptable. Normalmente un período
largo, teniendo en cuenta que las muletas suelen ser imprescindibles, al menos,
durante un mes.
La interleucina-1,
responsable de la enfermedad
Con el tratamiento a
base de ABT-981, que se inyecta directamente en el cartílago dañado, lo que se
consigue es actuar contra uno de los actores claves que más influyen en la
artrosis: la interleucina-1. Una citocina (agente responsable de la
comunicación intercelular) que tiene un papel fundamental en
la inflamación de las articulaciones. Asimismo, se cree que
interfiere en la artritis, por lo que también podría estar indicada para tratar
esta otra enfermedad.
Hasta que se dé luz
verde a la comercialización del ABT-981, existen otros tratamientos novedosos
para combatir el dolor. Entre ellos destaca la aplicación de radiofrecuencia –ondas
de radio que producen calor- mediante una sonda. Así, la temperatura, por
ejemplo de la rodilla, pasa de sus 35 grados habituales a los 42, lo que
interrumpiría las señales de dolor. Sus resultados aún están siendo analizados
por investigadores de la universidad turca de Çukurova.
Otro de los
tratamientos que se han investigado consiste en la aplicación de ácido hialurónico. Sin embargo, éste ha sido
clínicamente inefectivo para el tratamiento de la cadera y de la rodilla, según
han demostrado varios estudios.