La industria farmacéutica
está formada por empresas privadas que, como tales, se centran en obtener
beneficios. Para lograrlo recurren al soborno de expertos médicos y
autoridades, a ensayos clínicos no autorizados y a la falsificación de
resultados.
Con el fin de proteger a
la población de la colusión de las farmacéuticas con los médicos, Rusia podría
el año que viene adoptar una ley, impulsada por el Ministerio de Salud, que
prohibiría indicar en la receta el nombre de la marca comercial del medicamento
en lugar del ingrediente activo, informa el portal Vesti FM.
Así, los pacientes podrán elegir en la farmacia el medicamento adecuado sin
verse obligados a comprar sus análogos más caros.
La colusión de las
farmacéuticas con los médicos es solo una de las muchas manifestaciones del
hambre de dinero que tiene esta industria. "En todo el mundo las empresas
farmacéuticas, en un esfuerzo por aumentar aún más sus ganancias, se convierten
en uno de los principales elementos corruptos, que con una gran variedad de
medios (dinero, poder, influencia, empleo, etc.) están sobornando a los
Estados, sus Gobiernos y expertos en medicina", afirma en una entrevista
al diario francés 'Atlantico'
Nicole Delépine, directora del departamento de oncología pediátrica del
Hospital Raymond Poincaré de París.
"Estamos hablando de
sumas considerables. Así, el Ministerio de Salud de Italia recibió 600 millones
de liras [en 1983] para hacer obligatoria la vacunación contra la hepatitis
B", indica la doctora.
Las víctimas de esta
expansión farmacéutica son los pacientes, que cada vez con más frecuencia se
convierten en conejillos de indias, sin saberlo, cuando en su tratamiento se
utiliza medicación clínicamente no probada. "Cada vez un mayor número de
niños con cáncer están siendo trasladados a la primera fase [de los ensayos
clínicos] en plazos ajustados, y eso se hace casi inmediatamente después de los
experimentos con animales, algo que unos años atrás nos hubiera parecido
increíble. Y todo sin el conocimiento de los pacientes", afirma
Delépine.
"Desafortunadamente,
las compañías farmacéuticas que pagan a los médicos para que lleven a cabo las
pruebas lograron convencer a las autoridades de la salud pública de que tienen
el derecho de no revelar los datos de los ensayos clínicos que, a su vez, realizan
sin un control independiente bajo el disfraz de la 'propiedad intelectual'.
Esto les permite no publicar sus resultados desfavorables e incluso falsificar
datos: recuerden la catástrofe sanitaria del medicamento VIOXX, en la que
murieron 23.000 personas en EE.UU.", asevera la doctora.
"Las actividades de
las compañías farmacéuticas requieren supervisión muy de cerca, sin embargo en
Francia este control existe solamente en el papel. Si nuestro Gobierno
realmente se preocupara por la seguridad de la salud, habría aplicado un
régimen de propiedad conjunta de los ensayos clínicos y […] habría logrado una
total transparencia en todos los asuntos correspondientes, la toma de
decisiones y los actores principales. Pero hasta ahora no hemos visto nada parecido,
por lo tanto no se pueden excluir unas nuevas futuras catástrofes
sanitarias", concluye Delépine.
Fuente: RT