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ARTICULOS Civilizaciones Perdidas 
Lemuria, Kayona y el Plan Cósmico 
PARA AQUELLOS QUE NO PUDIERON HACERSE CON UN EJEMPLAR DE MI LIBRO: 
"KAYONA Y LOS DIOSES DE MU" (2013), LES RESUMO AQUÍ ALGUNOS
  DATOS QUE 
PUBLIQUÉ EN ÉL SOBRE LA ANTÁRTIDA, LEMURIA Y EL PLAN CÓSMICO. De acuerdo a toda la información que hemos venido acumulando, todos los caminos apuntan 
a Lemuria: la
  tierra madre en donde empezó todo... 
Debo decir que
  fue un tema que los extraterrestres pusieron sobre la mesa. Les interesaba 
que tomáramos
  consciencia de esa 
antigua cultura
  que se remonta a decenas de miles de años, anterior a la propia Atlántida. 
Su nombre no es
  desconocido para el mundo esotérico. Sin embargo, varios autores la 
confundieron
  con Mu, el otro reino perdido 
que se hundió
  en el Pacífico. Como expliqué páginas atrás, Lemuria era África y otras
  tierras 
sumergidas en
  el océano Índico que 
hacían “puente”
  con Madagascar. Mu, por su parte, era un grupo de grandes islas en el
  Pacífico 
que fueron
  condenadas por una violenta actividad volcánica debido a la “activación” del
  llamado 
cinturón de
  fuego ⎯tal vez, a consecuencia del impacto de los dos presuntos fragmentos de
  Maldek, 
o por las
  radiaciones del centro galáctico que sugirió Laviolette⎯. Como sea, es
  allí donde se 
deben buscar
  nuestras raíces. 
Una historia
  olvidada 
Según los Guías
  del cosmos, fue en Lemuria donde apareció, por primera vez, el ser humano. 
Lo inquietante
  es que surgimos como especie inteligente y dominante en el planeta gracias a
  la 
intervención
  genética de seres extraterrestres… Ellos habrían actuado como parte de un 
Plan Cósmico de
  evolución. 
El hombre es
  más antiguo de lo que la ciencia oficial supone. No obstante, los libros 
académicos
  insisten en que nuestro antecesor, el “homo hábilis” ⎯bípedo, capaz
  de fabricar 
herramientas⎯ apenas nos
  remonta unos 1.5 millones de años atrás. El “homo sapiens”, 
de acuerdo a
  estas cifras “oficiales”, apareció después, hace unos 200.000 años. 
La teoría del
  origen africano del hombre es la más aceptada. Se llama también teoría de 
“Salida de
  África” o teoría de “Sustitución”. Nuestro origen en África (Lemuria) 
es el que
  cuenta con más evidencias científicas. 
Pero el
  problema sigue siendo los tiempos. Y el “salto” evolutivo que dimos. 
Como adelanté
  páginas atrás, todo este enredo de fechas y teorías cobra sentido 
con el eslabón
  extraterrestre: seres del cosmos habrían intervenido en especies de 
proto-homínidos,
  transformándolos en hombres modernos: machos y hembras de 
raza negra. 
Arriba: mapa que ubica la posición real de
  Lemuria, muchas veces confundida con Mu. 
El nombre Lemuria fue acuñado en el Siglo XIX
  por el naturalista inglés Philip Sclater. 
Allí nace. No hay referencias anteriores. No se
  trata de un nombre indígena o esotérico. 
El científico se inspiró en los primates
  lemures para explicar su morada tanto en el sector sur 
oriental de África como en Madagascar. Creía
  que en tiempos remotos un fragmento 
de tierra les permitía "cruzar". Y
  llamó a ese "fragmento", hoy hundido, "Lemuria". 
Blavatsky tomó prestado el nombre y lo
  popularizó en el mundo esotérico. 
De acuerdo a
  los extraterrestres, hubo experimentos previos en donde llegó a “crearse” 
seres andróginos.
  Pero finalmente prevaleció el hombre tal y como lo conocemos. 
Los científicos
  extraterrestres tenían como objetivo “acelerar” nuestra evolución para 
observar cómo
  nos adaptábamos a un mundo “laboratorio” que posee una gran 
diversidad de
  vida. Se marcharon pero nos siguieron monitoreando. 
Allí
  constataron, perplejos, que el ser humano había logrado una profunda 
conexión con la
  naturaleza y los animales, incluso con otros seres que habitaban 
la Tierra… Esos
  seres, “hermanos menores” del hombre, son criaturas bondadosas 
que viven en el
  mundo subterráneo. Son nictálopes  (ven mejor de noche que de día) 
al haber sido
  “creados” en las galerías intraterrenas del planeta. 
Pero esa
  condición los transformó en los guardianes naturales de los túneles y sus
  secretos… 
En el año 2002,
  durante mi expedición a la Cueva de los Tayos, descubrí que los indios shuar 
conocían a esas
  criaturas, que llamaban “sunkies”. También hallé referencias en otros 
lugares que
  exploré, como Mount Shasta, Palenque, o Roraima. 
Los sunkies
  formaron una alianza espiritual con el hombre antiguo de Lemuria. 
Y fruto de esta
  combinación surgió la creación de un gran disco de poder: 
una herramienta
  capaz de conectarse con el Real Tiempo del Universo. 
El hombre de
  Lemuria había comprendido que nos hallábamos “desfasados” 
de la matriz
  temporal del Cosmos. Ello debido a que la Tierra había sido devastada 
por un impacto
  de lluvia meteórica hace unos 1.200 millones de años. Sin embargo, 
seres
  extraterrestres llegaron a nuestro planeta con la misión de cambiar ese
  episodio. 
La clave fue
  arribar a la Tierra “antes” de que ocurriera el incidente, viajando al pasado 
y creando así
  un “tiempo alternativo”: una suerte de burbuja ajena al tejido 
temporal que
  imperaba en el Universo. 
Para nosotros,
  en la Tierra, era como si nunca hubiese ocurrido el impacto de 
esos cuerpos
  celestes. Pero en el “Real Tiempo del Universo”, nosotros, no “existíamos”… 
Los seres
  extraterrestres intervinieron en nuestro mundo siguiendo un propósito
  superior. 
Un designio más
  allá de este plano material. Pudieron intervenir porque la 
Tierra era un
  mundo muerto debido a ese impacto. Es decir, no alteraron el “futuro” 
de un planeta
  vivo con criaturas o civilizaciones, sino que crearon una “ruta alternativa” 
de experimentación
  para que el hombre pudiese surgir y crecer. 
Pero los
  primeros lugares de experimentación no serían en Lemuria, 
donde
  aparecería el homo sapiens. Empezaron en la actual Antártida… 
Luego de la
  experiencia en Kayona, en diciembre de 2004, puede comprender 
y organizar
  esta información. Lo explicaré por partes. 
De acuerdo a
  los primeros mensajes de los Guías, en nuestro planeta 
se
  desarrollaron cinco humanidades: 
1.     
  Humanidad
  Antártica: 
No era el hombre propiamente dicho, sino bases 
extraterrestres que se establecieron en la
  Antártida con el objeto de sembrar 
“patrones de vida”. Inicialmente, colaboraron
  en cambiar la química del planeta 
para que el proyecto sea viable: transformaron
  los mares ácidos en alcalinos. 
Luego depositaron moléculas auto-replicantes
  con “información genética” de las 
antiguas especies extraterrestres de Orión. Lo
  hicieron así para que en los genes 
del ser humano se mezclara ese patrón que nos
  pondría a prueba. Un segmento de los 
sistemas planetarios de Orión representaba la
  tecnología, la exploración espacial y la 
conflagración bélica. Curiosamente las
  tendencias que tiene el ser humano actual. 
El plan estriba en modificar esas tendencias
  por “influencia genética remota” 
a través de un camino de vida diferente al que
  transitaron los extraterrestres. 
A esta “agenda” se la conoce como el Plan
  Cósmico. 
2.     
  Humanidad
  Hiperbórica: 
Posteriormente a todo ello, un grupo de seres
  extraterrestres, 
de la categoría
  de Guardianes y Vigilantes, se establecieron en la parte norte de Europa y 
Groenlandia
  como base de observación y protección de la Tierra. Estuvieron en nuestro 
mundo hasta el
  impacto que puso en jaque a los dinosaurios, hace unos 65 millones de años. 
3.     
  Humanidad de
  Lemuria: 
La aparición
  del hombre. Creemos que en fechas mucho más 
antiguas de lo
  que la ciencia estima. Su más amplio desarrollo, según los extraterrestres, 
llegó entre el
  año 100.000 y 80.000 a. C. 
4.     
  Humanidad de
  Atlántida: 
De acuerdo a
  los Guías, hubo un episodio de hibridación 
entre mujeres
  lemurianas y seres extraterrestres antropomorfos que visitaron la Tierra. 
De esta unión,
  descrita por muchos libros religiosos de antiguo ⎯entre ellos la
  propia Biblia 
surgieron hijos
  mestizos gigantes. Aquellos hijos fueron emplazados en un grupo de diez islas 
del Atlántico.
  Empero, su herencia “extraterrestre” les volvió muy poderosos, 
guerreros y
  colonizadores. Finalmente, todo ello les cegó y no vieron su inminente 
destrucción. Ya
  expliqué porqué esa civilización fue “borrada” de la faz del planeta en 
un solo día,
  como afirmaba Platón. Esto ocurrió hace unos 12.500 años. Eran, también, 
los tiempos de
  Mu en el océano Pacífico. 
Los
  sobrevivientes de Atlántida y Mu que habían mantenido su compromiso con la
  luz, 
huyeron con los
  “anales históricos” de su cultura y la protegieron en el mundo subterráneo. 
5.     
  Humanidad
  actual (los hijos de Mu): 
Tiempos después de la caída de Atlántida, el
  planeta 
se empezó a
  recuperar de la catástrofe. Fue aquí que llegó una fuerza extraplanetaria de
  luz para 
fundar en el
  desierto de Gobi Shambhala,
  la capital de la ciudad intraterrena de Agartha. 
Aquellos
  mentores transmitirán su conocimiento a los supervivientes del “diluvio”. 
Arriba: Mu eran otras tierras ajenas a
  Lemuria. Se trataba de un reino emplazado 
en el océano Pacífico. Isla de Pascua sería
  remanente de esa historia. 
Muchos de esos
  supervivientes, como dije, eran gigantes, debido a la 
hibridación de
  mujeres lemurianas con seres extraterrestres. 
La Tierra no
  estaba tan poblada en aquellos tiempos, pero se estima que 
perecieron
  millones de esos híbridos durante la catástrofe-diluvio. El apócrifo de
  Baruch 
describe la
  muerte de más de 4 millones de gigantes. Estamos hablando de lo que ocurrió 
en Atlántida.
  En el resto del mundo, 
perecieron
  otras razas y civilizaciones. Tanto seres del cosmos como descendientes de los “salvados del cataclismo”, 
fueron los
  legendarios “dioses” o “héroes evangelizadores” que surgieron en 
los primeros
  tiempos de Sumeria, Egipto, India, México o Perú. 
A la quinta
  humanidad también se la conoce como los “hijos de Mu” porque se 
espera que las
  nuevas bases de la civilización que viene surgirá de los descendientes 
históricos de
  esa olvidada cultura del Pacífico: desde Mount Shasta hasta la 
Península
  Antártica. Por esa razón, los discos solares se encuentran concentrados 
en la activa
  región del Cinturón de Fuego. Arriba: El cinturón de fuego marca el resurgir de las energías desde las 
Américas. Su sector oriental se está
  activando e involucra la región como la nueva 
“Kundalini planetaria”. 
El tema clave
  es que los habitantes del Pacífico fueron los discípulos de la 
sabiduría
  original de los primeros hombres. Es decir: el conocimiento 
de Mu proviene
  de Lemuria. 
Y fue en
  Lemuria, como ya dije páginas atrás, que empezó la historia 
de los discos
  solares. 
Aquellos
  hombres habían comprendido que vivíamos en un multiverso: 
una realidad de
  “múltiples dimensiones” como hoy lo defiende la mecánica 
cuántica. Con
  la valiosa ayuda de los sunkies ⎯conocedores de
  las piedras 
de poder del
  reino subterráneo⎯ construyeron un gran espejo dorado para 
estudiar el
  Universo. 
Pero ese primer
  disco solar fue “fragmentado” por los extraterrestres que 
observaban
  nuestros avances. Creían que era peligroso activar semejante 
portento en una
  etapa tan temprana en el caminar terrestre. Así, lo dividieron 
en doce partes,
  que escondieron en el mundo. 
Luego de la
  destrucción de la Atlántida, para ayudar a la pronta recuperación 
energética del
  planeta, los mentores de la luz ⎯que llegaron
  del cosmos al Gobi 
para fundar
  Shambhala⎯ “reactivaron” las doce partes del disco lemuriano 
a través de la
  construcción de un nuevo disco: el objeto número trece. 
Esta
  herramienta permitiría enlazar a los doce fragmentos. 
De esta forma
  surgieron los trece discos solares. 
Y fueron
  emplazados, por razones energéticas, próximos a un sector álgido de 
energía
  telúrica en el planeta: la gran espina oriental del cinturón de fuego. 
También
  conocida como la “kundalini de la Tierra”, desde allí surgiría la nueva 
cultura humana
  que, como en tiempos de la lejana Lemuria, recuperará la 
conexión con el
  espíritu femenino del planeta. 
Tal y como lo
  aprendieron los hombres de Mu, discípulos de Lemuria ⎯ 
la patria de
  los símbolos, el poder del verbo y la unión consciente con la naturaleza⎯ 
, el hombre
  actual deberá despertar el recuerdo y enrumbar su relación con “la madre” 
. No en vano,
  alguno esoteristas andinos que conocen la historia de Lemuria, 
la llaman en
  quechua (la antigua lengua inca), “Hatun
  Pachamama”: 
La Madre y
  Origen. 
La conexión de
  Lemuria con Kayona es que fue allí donde se llevaron 
los archivos de
  la olvidada civilización. Y, allí también, fue donde los últimos 
lemurianos y
  científicos extraterrestres idearon el plan de activación de 
los discos
  solares. 
Por ello el
  “despertar” de la Antártida es tan importante. 
Es parte del
  resurgimiento de Lemuria. 
Kayona: la
  ciudad congelada en la Antártida 
Y es que, según
  los Guías extraterrestres, hace más de 3.000 millones de años se 
“depositaron”
  en nuestro planeta las primeras formas de vida primitivas, gracias 
a la asistencia
  de un grupo de científicos estelares provenientes de la Constelación 
del Cisne
  (grupo de estrellas que se encuentran a unos 6.000 años 
luz de la
  Tierra). 
De acuerdo a lo
  que nos dijeron, la intervención de aquellos científicos habría 
ocurrido en la
  Antártida, donde tuvieron bases submarinas en una época en que el 
continente
  blanco se hallaba en el ecuador terrestre; es decir, que la posición 
que ocupa
  actualmente la Antártida no es la original. 
En relación a
  las moléculas orgánicas primigenias y su origen extraterrestre, 
la Antártida ha
  ofrecido escandalosos indicios que la señalan como el inicio de la 
vida en nuestro
  planeta. Sin duda, el redescubrimiento del llamado “Lago Vostok” 
bajo los hielos
  del polo sur, en 1996, sacudió a la comunidad científica, 
ya que se
  determinó, sobre la base de diversos estudios, que en él se 
hallarían las
  primeras formas de vida microscópicas de la Tierra… 
¿Fue allí donde
  los extraterrestre sembraron los patrones de vida? 
Ya en
  septiembre de 1999, unos 80 científicos, representantes de más de 
una docena de
  países, se dieron cita en el Lucy Cavendish College de 
Cambridge (UK)
  para establecer los protocolos de una investigación que hasta 
el día de hoy
  continúa. Y no es para menos: “sellado” bajo la capa de hielo, 
el lago Vostok
  es una de las últimas fronteras inexploradas del planeta. 
Los científicos
  sospechan que sus profundidades podrían revelar nuevas formas 
de vida y
  ofrecer un atisbo de cómo era el planeta 
antes de la era
  glacial. O quizá en tiempos aún más antiguos… Si se encontrara vida en su gélida oscuridad, ello podría dar la mejor respuesta, 
hasta la fecha,
  a si puede existir vida en las condiciones extremas 
de Marte, o en
  Europa, una de las lunas de Júpiter. “Lo llamamos vida extraterrestre”, afirmó el astrobiólogo ruso Sergei Bulat (a l 
a cadena de
  televisión estatal Vesti 24). “Será
  útil para la búsqueda de vida en 
otros planetas helados, como la luna de Júpiter”. 
Ahora bien, al
  margen de esos estudios sobre las moléculas orgánicas, 
no sabemos 
cuál ha sido el
  resultado de las extrañas “anomalías magnéticas” que se 
han hallado en
  varias regiones de la Antártida, entre ellas, la zona del Lago Vostok ⎯ 
llamado así por
  el nombre del satélite Ruso que lo redescubrió⎯. 
En diferentes
  experiencias de contacto y mensajes, los Guías han venido 
haciendo
  alusión a la Antártida y concretamente a una ciudad congelada 
llamada
  “Kayona”. Esta ciudad habría sido construida por una antigua civilización 
que entronca
  directamente con Lemuria, el mundo perdido del océano Índico. 
La pregunta que
  se repite es cómo quedó entre los hielos. 
Como expliqué
  anteriormente, todo apunta a que un violento cambio de eje, o 
un
  desplazamiento de la corteza, haya sumido zonas otrora tropicales o 
templadas a un
  imprevisto y violento invierno polar. 
Como dije, el
  desplazamiento de la corteza ⎯que consiste en el movimiento 
“en bloque” de
  la Litósfera, de unos 40 km. de espesor, sobre la masa 
blanda interior
  del planeta⎯ es una posibilidad. La teoría ha sido descrita por 
importantes
  investigadores como Charles Hapgood y el mismísimo Albert Einstein. 
Esos estudios
  sugieren que debió haber ocurrido en un fecha que va entre el 
15.000 a.C. al
  12.000 a.C. ¿Las causas? Siento que la respuesta se encuentra 
en la caída de
  los fragmentos de Maldek. 
Ello podría
  explicar porqué la corteza planetaria ⎯debido al impacto-diluvio⎯ 
se desplazó
  cientos o tal vez miles de kilómetros hacia al sur, tal como sugieren 
los
  revolucionarios estudios geológicos que defienden esta teoría. 
Sea un
  desplazamiento insólito de la Listósfera, o una violenta inclinación de la 
Tierra debido
  al impacto de los dos fragmentos de Maldek ⎯personalmente,
  me 
inclino más a
  esta segunda posibilidad⎯, se produjo un “congelamiento súbito” en 
amplias
  regiones otrora templadas al ubicarse más próximas a zonas polares. 
Si un violento
  cambio en la inclinación del eje terrestre generó el congelamiento 
de la
  Antártida, un hecho similar debió ocurrir en el hemisferio norte. Y así
  ocurrió: 
este verdadero
  “Apocalipsis” supuso el fin de la Era de los Mamuts debido 
a la violenta y
  rápida congelación de Siberia y las zonas occidentales de Alaska. 
Se los ha
  hallado incluso con el pasto en la boca… 
Y en el
  hemisferio sur, el avance arrollador del hielo atraparía a una ciudad
  entera... 
El enigma de
  Kayona compromete no sólo a la ciudad en sí: lo más importante es la 
civilización
  que la desarrolló. Una civilización que tuvo algún tipo de conexión 
con los
  extraterrestres. 
Eran
  científicos y sacerdotes de Lemuria. 
Y de acuerdo a
  los extraterrestres, cuando se empiecen a encontrar vestigios 
arqueológicos
  en la Antártida, empezaremos a recordar, y reescribiremos la historia… 
Arriba: el grupo internacional que
  formamos para afrontar la experiencia de 
contacto con Kayona. La experiencia se dio
  entre el 12 y 13 de diciembre de 2004 
en Bahía Lapataia. Esta foto se tomó en el
  lugar donde montaríamos más tarde el 
campamento. Tuvimos un clima extraordinario y
  el apoyo manifiesto de los 
Guías con avistamientos programados en la hora
  exacta. | 
 
