En su libro "Su
cuerpo reclama agua llorando a gritos" el médico iraní Feydoon Batmanghelidj afirma
que, el descubrimiento médico más importante que ha hecho el hombre es haberse
dado cuenta de que el agua es la mejor medicina natural. Lo que para muchos es
un "cuerpo enfermo", para Batmanghelidj es un "cuerpo
sediento" al que se puede devolver la salud, simplemente, dándole la
cantidad de agua necesaria.
Las posibilidades
terapéuticas del agua son innumerables. Y no nos referimos, ya, al consumo de
aguas minerales naturales, a su uso en balneoterapia o a las propiedades del
agua de mar. Sus facultades curativas van mucho más allá, porque el agua se
puede activar, cromatizar,energetizar, dinamizar, imantar, indumizar,
ionizar, magnetizar, mesmerizar, polarizar, oxigenar, ozonizar, solarizar,
sonorizar... Un universo de, increíbles, posibilidades terapéuticas
prácticamente desconocido.
El agua cubre,
aproximadamente, un 70 por ciento de la superficie terrestre. También es agua
más del 70% de nuestro peso corporal. No existe nada en la tierra en una
cantidad comparable con la del agua. Y sin embargo seguimos sin comprender bien
lo que es agua.
El agua es mucho más
que dos moléculas de hidrógeno y una de oxígeno (H2O).
Hoy en día ya estamos preparados para oír el idioma del agua, pero aún no entendemos su lenguaje. Del mismo modo que cuando una persona está pensando, durmiendo o soñando, pero no sabemos el qué. El conocimiento universal oculto en las estructuras del agua está muy bien cifrado. Las moléculas de agua son auténticos enanitos que viven en agrupaciones que en inglés se llaman "cluster". Las agrupaciones de moléculas de agua, es decir los cluster de agua, viven en diferentes tamaños. A 0º C una de estas bolas de moléculas consta aproximadamente de unas 700 moléculas de agua, a una temperatura de 20º C se compone de unas 450 y a 37º C de unas 400 moléculas. Y cuando el agua se evapora, sigue siendo por lo menos de 50 moléculas.
Hoy en día ya estamos preparados para oír el idioma del agua, pero aún no entendemos su lenguaje. Del mismo modo que cuando una persona está pensando, durmiendo o soñando, pero no sabemos el qué. El conocimiento universal oculto en las estructuras del agua está muy bien cifrado. Las moléculas de agua son auténticos enanitos que viven en agrupaciones que en inglés se llaman "cluster". Las agrupaciones de moléculas de agua, es decir los cluster de agua, viven en diferentes tamaños. A 0º C una de estas bolas de moléculas consta aproximadamente de unas 700 moléculas de agua, a una temperatura de 20º C se compone de unas 450 y a 37º C de unas 400 moléculas. Y cuando el agua se evapora, sigue siendo por lo menos de 50 moléculas.
Gracias a las
estructuras "cluster" es posible que se archive información dentro
del agua es la llamada "memoria
del agua". Por lo que si una sustancia entra en nuestro cuerpo,
enseguida es rodeada por moléculas de agua, haciendo que la formación del orden
interno de esta estructura de agua cambie y vaya transmitiéndole un nuevo orden
interno. Esto hace que hagan su efecto en el agua sustancias que materialmente
ya no existen. El agua es capaz de formar una variedad tan enorme de estas
estructuras "cluster" que incluso los procesadores más grandes y más
potentes del mundo no son capaces de seguir la dinámica interna del intercambio
de señales de los sistemas de moléculas de agua. Este almacén de diferentes
estructuras de "cluster" es tan inmenso, que se podrían llenar
bibliotecas enteras de información. En aguas tranquilas, sin embargo, los
"cluster" se aburren, se vuelven cada vez más perezosos y poco
después cortan la comunicación definitivamente, pero unos pequeños remolinos o
una turbulencia refrescante los reanima con un aumento del nivel de energía.
Es decir que, al parecer, el agua dispone de una conciencia superior. Y, sólo, hemos logrado descifrar una pequeña parte de su secreto. El agua es un ser vivo, inteligente, casi genial y, por lo tanto tenemos que tratarla con el mayor respeto.
Es decir que, al parecer, el agua dispone de una conciencia superior. Y, sólo, hemos logrado descifrar una pequeña parte de su secreto. El agua es un ser vivo, inteligente, casi genial y, por lo tanto tenemos que tratarla con el mayor respeto.
Llegados a este punto
no es de extrañar que muchos definan al agua como "el oro azul" o que
2.500 años A.C. Tales de Mileto la describiera como "el principio de todo lo que existe".
El doctor Batmanghelidj afirma
que al igual que tenemos "dolor de hambre" tenemos también
"dolor de sed"; y en este caso el agua es la única sustancia que
puede aportar alivio. Lo que quiere el cuerpo, lo que necesita, lo que pide, es
agua y sólo agua.
Para él la creencia de
que el té, el café o las bebidas refrescantes son sustitutivos válidos del agua
constituye un error elemental que puede tener graves consecuencias. Porque es
verdad que tales bebidas contienen agua pero también lo es que suelen llevar
agentes deshidratantes que no sólo la eliminan una vez ingerida sino que,
además, acaban con las reservas de agua de nuestro cuerpo por su fuerte acción
diurética.
Es más, el uso constante de estas bebidas priva al cuerpo de su plena capacidad para formar energía hidroeléctrica. Por lo tanto, es importante prestar tanta atención a la cantidad y calidad de lo que se come como a la cantidad y calidad de lo que se bebe.
Los mejores momentos
del día para beber agua son al levantarse de la cama por la mañana (uno o dos
vasos de agua de 200 ml.), media hora antes de la comida y de la cena (un
vaso) y dos horas y media después de las mismas (otro vaso de 200 ml).
Además es recomendable beber entre dos y tres vasos más a lo largo del día. La
deshidratación es la principal causa estresante de toda materia viva y en los
seres humanos, a veces, es difícil de reconocer, el cuerpo pone en marcha una
serie de sofisticados indicadores para hacernos saber que la necesitamos, uno
de ellos es provocar la sensación de sed, aunque muchas veces no reconocemos
esa petición y no le hacemos caso o la saciamos con una bebida refrescante. De
hecho, el último indicador, el más evidente y el, único, que solemos reconocer
es la boca seca y éste
indica, en la mayoría de los casos, una deshidratación extrema. Y es que
deberíamos beber, al menos, dos litros de agua al día, líquidos aparte.
La facultad del agua
para almacenar información ha permitido al hombre intervenir en su estructura
molecular con todo tipo de energías (sonora, luminosa, eléctrica, etc.) y
obtener, así, aguas tratadas para utilizarlas como remedio terapéutico o como
coadyuvante en el tratamiento de diversas dolencias.
Las posibilidades terapéuticas con agua son numerosas y hoy sabemos que el agua se puede: Activar, cromatizar, dializar, dinamizar, energizar,indumizar, irradiar cósmicamente, magnetizar, mesmerizar, oxigenar, ozonizar, solarizar, sonorizar... ¡Casi nada! Utilizándose para: Hernias, asma, diabetes, cálculos renales, acné, cáncer, artritis; enfermedades como el Parkinson, el Alzheimer, la esclerosis múltiple; alergias, herpes, tromboflebitis... ¡Increíble!
A finales del siglo
XIX el francés René Quinton afirmaba que todo lo que está
vivo en el planeta, desde la savia de las plantas a los torrentes sanguíneos de
todas las especies, procede y está constituido de agua y más exactamente, del
agua de mar. Llegando a demostrar que podían curarse numerosas enfermedades con
ella. Bañándose, ingiriéndola en pequeñas dosis e, incluso, sustituyendo el
plasma sanguíneo humano por agua marina debidamente tratada. Quinton elabora
y patenta el agua isotónica, es decir "agua oceánica recogida en
condiciones muy precisas y pura, diluida en agua natural muy escasamente
mineralizada.
Hoy el agua de mar
purificada extraída de grandes profundidades conocida como "Plasma de Quinton" ayuda a curar o mejorar los
síntomas de patologías tan dispares como las afecciones de la piel como la psoriasis,
la desnutrición, el asma, los problemas de próstata, la artritis, la
osteoporosis, la bronquitis, la gingivitis, los problemas gastrointestinales,
el desequilibrio de los sistemas nervioso central e inmune, la obesidad, el
cansancio crónico, la sinusitis, la anorexia, el estrés etc.
"La célula es inmortal. Es realmente el fluido en el que flota,
básicamente agua, lo que degenera. Renovando este fluido a intervalos
proporcionaríamos a las células lo que necesitan para su alimentación y, hasta
donde nosotros conocemos, el pulso de la vida continuaría para siempre". (Alexis Carrol, premio Nóbel de Medicina
en 1912)
Después de leer esta
reflexión no estaría de más empezar a plantearse sustituir el café, té o
refrescos que tomamos cotidianamente por un sencillo pero maravilloso vaso de
agua. Sobre todo ahora que llega el calor el organismo nos la exigirá más a
menudo. Hagamos caso a nuestro cuerpo y démosle agua, sólo agua. Nos lo
agradecerá.