Gallo critica la misa actual y dice que Dios no
necesita intermediarios para la confesión.
Colombia está viviendo un extraño momento de notable
espiritualidad y simultáneo alejamiento de todas las iglesias. En las grandes
ciudades hay hombres convertidos en inexplicables fenómenos de seguimiento y de
fe.
Hombres como Darío Silva, en la Casa sobre la Roca, en
Bogotá. Periodista desde joven, hoy es misionero y predicador protestante.
Miles de personas acuden a escucharlo.
Como el ex sacerdote Gonzalo Gallo, en Cali. Fue 21
años carmelita descalzo. Hoy, retirado de la iglesia, atiende a miles de
personas en consejerías espirituales. Rehabilita adolescentes violadas y ayuda
a bien morir a personas preagónicas. Es conferencista reconocido, incluso a
nivel internacional. Lo siguen centenares de personas en situación de duelo
porque asegura que es posible “hablar” con seres queridos que se fueron.
O como el padre redentorista Hollman Londoño, en
Barranquilla, que celebra misas de sanación con miles de feligreses en la vía a
Puerto Colombia. Laicos como Wilson Tamayo, de sólo 25 años, en Medellín,
convertido en el más impresionante fenómeno de movilización de juventud
comprometida con la vida, la castidad y la virgen María.
Como el pastor misionero José Satirio Dos Santos,
brasileño radicado en Cúcuta. Hijo de un panadero, dedicado hoy repartir pan y
ayuda a la gente pobre. O el pastor Pablo Pórtela, en Pereira, quien comenzó su
ministerio a los 14 años, fundó la Misión de restauración y avivamiento, y
lleva a sus oficios a más de 25 mil personas.
Gallo ha escrito nueve libros; realizó estudios de
filosofía y letras en Cali, Bogotá, Israel y Roma. Parece ser uno de los
símbolos más notables de este encuentro con la espiritualidad.
¿Cómo se explica este fenómeno de espiritualidad en
Colombia?
No es en Colombia, es mundial. Hace 25 años empezó a
hablarse de la futurología. Una de los futurólogos más importantes fue Alvin
Toffler con ‘La tercera ola’ y está Patricia Aburdene con sus libros Mega
tendencias. Todos esos estudiosos dijeron que el siglo XXI tendría 4
tendencias: un despertar espiritual, una gran conciencia ecológica, un gran
liderazgo femenino y un gran interés de la gente por la salud y la apariencia.
Esos fenómenos los estamos viviendo. La gente no está satisfecha con lo que
tiene.
¿Y qué tiene eso que ver con conferencistas como
usted?
Esa búsqueda de ayuda conduce a tratar de dar
herramientas para que la gente haga un cambio de su situación de sufrimiento
por saturación de dolor.
¿Pero hay también charlatanería?
Cuando hay tanta demanda de lo espiritual, hay puertas
que se abren pero también aparece oferta barata de charlatanes: “Con este libro
arreglas tu matrimonio…”. Eso no es así.
¿Por qué decidió dedicar su vida a esa ayuda a la
espiritualidad?
Cuando era sacerdote en Cali, siempre hacia eso. Las
empresas me invitaban a dictar conferencias sobre honestidad, trabajo en
equipo, solidaridad y metas. Cuando me retiré, sentí que debía continuar esa
labor. He realizado 200 talleres de perdón y otros tantos de sanación interior.
Hice talleres de perdón en Ralito con paramilitares. En Apartado y Montería
realicé talleres de amor. He estado en muchas cárceles, porque la gente quiere
reubicarse en la vida. Y también con altos ejecutivos que se preguntan si todo
el objetivo de la vida es hacer dinero.
Usted acaba de decir “antes de retirarme”. ¿Por qué se
retiró?
Había creencias y actitudes de la iglesia que no
compartía. Su jerarquía, por ejemplo, ha inventado cosas como el diablo y el
infierno, para atemorizar a la gente. El diablo es un invento humano, nunca ha
existido.
¿En qué otras cosas no creía?
No creo que uno tenga que confesarse con una persona
para que Dios lo perdone. No creo que si no voy a misa el domingo, me condeno.
No es un templo el único sitio de oración. Orar es más que rezar y pedir. Orar
no es elevar una plegaria interesada en un favor divino. Lo único que pide Dios
al hermano es que viva su vida llena de amor. Hay quienes se acuerdan de Dios
solo en catástrofes o cuando las penas los trituran. Quien ora bien, ama,
alaba, agradece, piensa en Dios y lo vive. Yo no voy a ninguna iglesia, aunque
las respeto. Trato de vivir con Dios todo el día.
¿Usted no es católico?
No estoy en ninguna religión.
¿En qué cree?
En Dios y la oración. “Sé que me cuidas”: eso es orar.
Cuando pasas frente a un hospital y pides a Dios por los enfermos, oras. Cuando
recitas el Padrenuestro en silencio, eso es orar.
¿Y si no hay diablo, existe Dios?
¡Por supuesto! El mal nace de la libertad que tiene el
ser humano. Dios, en su perfección y bondad, no ha podido crear el mal.
¿Qué es la muerte?
Un paso entre dos vidas, un cambio de forma de vivir.
No es el fin de la existencia. Al morir, volvemos a la energía para seguir
viviendo. La muerte es solo para el cuerpo. El espíritu sigue viviendo.
¿La muerte no significa el fin?
Ni el nacimiento fue el comienzo, ni la muerte es el
fin. Los niños hablan y juegan con seres imaginarios. Yo, que atiendo en Bogotá
a 300 personas en duelo cada mes, tengo testimonios de adultos que hablan
también con seres imaginarios, que ayer se fueron pero que hoy existen. Los
niños lo ven y se comunican con espíritus. Esa es una realidad que ignoramos.
¿Dice usted que es posible hablar con la gente que se
fue?
Totalmente. No con los labios, porque ellos ya no los
tienen; es una voz interna como la que oyen los niños y es una presencia como
la que ellos sienten. Y no es invento mío. Existen centenares de tratados
serios que lo demuestran. Le puedo traer personas serias para que le cuenten su
experiencia.
¿No es muy cómodo creer en el diablo pero sí en el
cielo?
El cielo es un nombre que se inventó la iglesia. Pero
llámelo como quiera. Cuando el cuerpo se va, el espíritu vive en otra
dimensión, en la luz. Y allí se vive igual que acá, pero sin lo negativo. Usted
ya estuvo allá y va a regresar allá, como todos los que leen esto. La muerte es
cambiar de atuendo: se acaba la materia y sobrevive el espíritu.
Con todo respeto, ¿cómo llegó a semejantes ideas?
Cuando uno comienza a leer más allá de lo que siempre
ha leído, a escuchar experiencias, a confirmar fenómenos que parecían
increíbles, entonces la mente se amplía y conoce un mundo que ignoraba. Léase
la historia del gran guía Anthony de Mello, un jesuita espectacular y sabio,
para que crea lo que digo.
¿Si el diablo no existe, el mal no tiene castigo?
Sí, pero en la Tierra. Las acciones aquí son como un
boomerang. Si haces el bien, te irá bien. Octavio Paz decía que siempre
recogemos lo sembrado. Las acciones se devuelven, positivas o negativas.
¿Usted critica hoy a la iglesia católica?
Ni a la católica, ni a ninguna otra. Valoro y respeto
a todas las iglesias, pero creo que están muy desconectadas de la realidad. Las
religiones, en general, son estructuras pesadas y, así, tienden a fosilizarse.
Se anquilosaron. Mire el éxodo que tiene la católica. Pregúntele a los niños si
quieren ir a misa. Dirán: “¡Qué mamera!”. Son pocas las buenas misas.
¿Qué es una buena misa?
Una buena experiencia; que la gente diga: “Vine aquí
con odio y perdoné, vine triste y me fui alegre, vine desmotivado y ahora amo
la vida”. Si sale transformado, fue una buena misa.
¿Y hay ese tipo de misas?
Pocas, pero las hay. Yo le pregunto a una persona si
es católica y me responde: “Si, pero no practicante”. La iglesia católica tiene
muchos bautizados pero no tantos creyentes. Lo mismo pasa en otras iglesias. Es
que no se necesita ir a misa para ser buen católico ni a una sinagoga o
mezquita para ser buen judío o musulmán.
¿La iglesia católica atraviesa hoy una grave crisis en
su opinión?
El papa Julio II le dijo a Miguel Ángel que le hiciera
una escultura y el artista le preguntó si quería tener en la mano el báculo de
los obispos, o la espada, porque el Papa tenía ejército. El Papa le respondió:
“Ponme la espada que es la que más uso”. Y ni hablar de épocas como la
Inquisición o la de los Borgia. Hubo peores momentos que el actual. Lo grave de
hoy es que la iglesia no evoluciona.
¿Usted va a misa?
Nunca y jamás me confieso.
¿Quién era Jesús?
La más perfecta manifestación de Dios en la Tierra.
¿Pero no era Dios?
Todos somos parte de Dios, manifestaciones de Dios.
Jesús vino a cambiar realidades y lo mataron. La iglesia inventó que Jesús
murió para que Dios nos perdonara, que muere por nuestros pecados. Jesús no
muere por los pecados de nadie ni Dios necesita que alguien muera para que él
perdone. El murió porque fue coherente, como murieron Gandhi, Camilo Torres y
Martin Luther King, como muere tanta gente que trata de cambiar la realidad.
¿Qué es el perdón?
Amar. Aprender a comprender los errores de los demás y
aceptar que también los cometemos. Colombia sí que necesita pedagogía de
perdón. Acá hay mucha gente con odios atorados; quemándose, porque el odio
enferma. El perdón es necesario para alcanzar la paz. Si de esta entrevista
salen colombianos con deseos de perdón y amor, si logran conexión con los seres
queridos que se fueron, quedo feliz. ¿Usted cree en los ángeles? ¡Crea!
Existen. Usted desayuna, almuerza y come; le regala al cuerpo tres comidas al
día. ¿Cuánto alimento le da a su espíritu? Regálele 10 minutos al día.
Descubrirá que Dios está en su interior, como unos seres que se llaman los
ángeles. Es que uno, a veces, anda por la vida con los ojos vendados. La gente
debería ser más consciente: voy a tratar mejor a mis hijos, voy a perdonar, voy
a perdonarme, estoy muy impaciente, voy a sacar momentos de paz. Créame: ¡se
vive mejor así! Meditar es una aventura que vale la pena. ¡La meditación
consiste simplemente en ser! Meditar te hará más sereno, más alegre y más
tolerante. Y encontrarás fácilmente a Dios. Y cuando lo halles, nunca más
estarás solo.
El celibato debe acabarse
‘Los sacerdotes pueden ser buenos y casarse’
‘Los sacerdotes pueden ser buenos y casarse’
¿En su retiró influyó una mujer?
No. No me retiré para casarme. He tenido, fuera de la
iglesia, relaciones que no prosperaron, pero ese es un tema de la vida privada
que no vale la pena.
¿Hoy tiene alguna relación?
No.
¿Y no le hace falta?
Sólo cuando uno aprende a manejar la soledad, aprende
a manejar una relación. A mí me sobran amistades y actividad. Y si llega una
persona para crear una relación, estoy abierto a ello.
¿No le gusta el celibato y la castidad en el
sacerdocio?
Los sacerdotes pueden ser buenos sacerdotes y casarse.
Durante más de diez siglos, se casaron. El papa Alejandro VI, de los Borgia,
tuvo hijos, como muchos pontífices y sacerdotes. El celibato es algo que la
iglesia debió cambiar hace rato.
¿Ese cambio debe ocurrir?
¡Por Dios! ¡San Pedro era casado! Jesús le curó a la
suegra. Léalo en el evangelio.
¿Usted tiene hijos?
Mis hijas son las de una fundación de niñas violadas,
en la que colaboro.
Yamid Amat
Especial para EL TIEMPO
Por: YAMID AMAT
Especial para EL TIEMPO
Por: YAMID AMAT