¿Dónde se encontraba
Pedro cuando Pablo predicó el evangelio en Roma? ¿Por qué el libro de los
Hechos tan extrañamente omite toda referencia a los doce apóstoles después que
éstos salieron de Palestina? A continuación, usted leerá la revelación de uno
de los secretos mejor guardados de la historia.
¿Por qué se ha ocultado
del conocimiento público la verdad acerca de los viajes de los doce apóstoles?
Usted puede seguir con todo detalle los viajes de Pablo a través de Chipre,
Asia Menor, Grecia, Italia. Pero en lo que respecta a los doce apóstoles
originales, ¡nada se sabe! Sus recorridos están velados por el misterio.
¿Por qué?
¡Ahora ya puede
decirse!
¿Nunca le pareció
extraño que la mayor parte del Nuevo Testamento, a excepción del libro de los
Hechos, la escribió no Pedro, sino Pablo?
¿Nunca consideró
extraño que después de haber iniciado la predicación del evangelio a los
gentiles en la casa de Cornelio (Hechos 10 y 11), Pedro y los otros once
apóstoles desaparecen repentinamente de la historia? ¿Y por qué únicamente
Pedro y Juan reaparecen, aunque sólo en forma pasajera, en Jerusalén, durante
la inspirada conferencia registrada en Hechos 15?
Después de Hechos 15,
solamente leemos acerca del ministerio de Pablo a los gentiles. ¿Por qué? ¿Qué
sucedió con los doce apóstoles?
¡Entendámoslo!
Existe una razón por la
cual las jornadas de los doce apóstoles quedaron encubiertas en el misterio —
¡hasta hoy!
De seguro a usted se le
ha dicho que Yeshúa escogió a sus doce discípulos, los ordenó como apóstoles, y
los envió a predicar primero a los judíos. Al rechazar el mensaje la nación
judía usted quizás se ha imaginado que los apóstoles, entonces, se fueron a
predicar a los gentiles. Nada podría estar más alejado de la verdad.
Fue a Pablo a quien,
habiendo sido llamado más tarde como apóstol especial, se le comisionó para
llevar el evangelio a los gentiles.
Ananías, quien fue
enviado a bautizar a Pablo, recibió del Mesías la siguiente garantía: «Ve
porque instrumento escogido me es éste [Saulo quien recibió después el nombre
de Pablo], para llevar mi nombre en presencia de los gentiles, y de reyes, y de
los hijos de Israel». (Hechos 9:15)
Fue Pablo y no alguno
de los doce, quien dijo: «Desde ahora me iré a los gentiles» (Hechos 18:6).
No hubiera Yeshúa
llamado a Pablo a un apostolado especial para llevar el evangelio a los
gentiles, de haber ya comisionado a los doce a predicarles.
¿Entonces a quienes — y
adónde — fueron enviados los doce apóstoles?
La comisión hecha por
Yeshúa nos lo dice. Observe la sorprendente respuesta en Mateo 10:5-6: «A estos
doce envió Yeshúa, y les dio instrucciones, diciendo: Por camino de gentiles no
vayáis, y en ciudad de samaritanos no entréis, sino id antes a las ovejas
perdidas de la casa de Israel».
Léalo usted mismo con
sus propios ojos en su Biblia: ¡«Por camino de gentiles NO vayáis… sino id
antes a las ovejas perdidas de la CASA DE ISRAEL»!
¡Yeshúa no lo dijo en
forma casual! Él «les dio instrucciones» — un mandamiento. Los doce fueron
vedados categóricamente de esparcir el evangelio entre los gentiles! A quien se
le comisionó para hacer esta obra fue a Pablo.
Los doce deberían ir a
«las ovejas perdidas de Israel» — ¡las Diez Tribus Perdidas!
Es cierto que El Mesías
envió a Pedro a la casa de Cornelio (Hechos 10-11) para abrir la puerta del
evangelio a los gentiles, pero la misión vitalicia de Pedro fue la de llevar el
evangelio a «las ovejas perdidas de la casa de Israel».
Pedro, como uno de los
doce, tan sólo abrió la puerta a los gentiles. Y fue Pablo quien entró por esa
puerta llevándoles a las naciones gentiles el evangelio. Cierto es también que
Pedro se dirigió hacia los gentiles samaritanos, pero no fue para llevarles el
evangelio. ¡Ya lo había hecho Felipe! Lo que Pedro y Juan hicieron fue tan sólo
orar para que los samaritanos pudieran recibir el Espíritu Santo. (Véalo usted
en Hechos 8, versículos 5 y del 14 al 17).
Ahora ya sabemos a
quienes fueron enviados los doce apóstoles. No fueron enviados a los gentiles,
sino a «las ovejas de la Casa de Israel». Fue Pablo el enviado a los gentiles.
Es la verdadera Iglesia la que en la actualidad, a través de la radio, la
televisión y la palabra impresa, debe ir «a todas las naciones» predicándoles
el evangelio hasta el fin de nuestra era (Mateo 28:19-20).
Procedamos ahora a
descubrir adonde fueron Pedro y el resto de los doce, después de haber partido
de Palestina.
¡Este ha sido uno de
los secretos más bien guardados de la historia. Si el mundo hubiera sabido a
qué regiones del mundo los doce apóstoles se encaminaron, ¡la Casa de Israel
nunca se hubiera perdido de vista! Pero, ¡El Padre tuvo un propósito especial
para que la identidad de la Casa perdida de Israel no fuera revelada sino hasta
este siglo XX!
La «Casa de Israel»
identificada.
De los hijos de Jacob —
cuyo nombre fue cambiado a Israel — descendieron doce tribus. Bajo el reino de
David fueron unidas como una nación — Israel.
Después de la muerte de
Salomón, el hijo de David, las doce tribus se dividieron en dos naciones. La
tribu de Judá se separó de la nación de Israel reteniendo el rey a quien Israel
rechazó. Benjamín, a la vez, se unió a Judá. La nueva nación formada de esta
manera, con su capital en Jerusalén, vino a ser conocida como la «Casa de
Judá». Los súbditos recibieron el nombre de judíos.
A las restantes diez
tribus al norte de Judá, las cuales rechazaron al hijo de Salomón, se les llegó
a conocer como la «Casa de Israel». Su capital vino a ser Samaria. Los libros
del Antiguo Testamento se ocuparon en describir las contiendas entre la «Casa
de Israel» y la de Judá. De hecho, la primera ocasión en que el nombre de
«judíos» aparece en la Biblia, usted descubrirá al rey de Israel, aliado con
Siria, echando fuera a los judíos de sus posiciones en el puerto de Elat
situado en el mar Rojo (2 Reyes 16:6-7 Versión Moderna).
Las diez tribus al
norte de Judá — la Casa de Israel — fueron derrotadas, después de un sitio de
tres años (721-718 a de J.C.), por el poderoso Imperio Asirio. El pueblo fue
llevado cautivo más allá del Río Tigris y establecido en Asiria y en las
ciudades de los Medos alrededor del lago Urmia, al suroeste del Mar Caspio. Las
desoladas ciudades de la tierra de Samaria fueron pobladas por los asirios con
gentiles que transportaron desde Babilonia. Estos gentiles (2 Reyes 17) son los
samaritanos del tiempo del Mesías.
La Casa de Israel nunca
más regresó a Palestina. Fue así que la nación adquirió el nombre histórico de
las «Diez Tribus Perdidas». ¡A éstas envió Yeshúa a los doce apóstoles!
La Casa de Judá — los
judíos — permanecieron en Palestina hasta la invasión babilónica que se inició
el año 604 a de J.C. Aproximadamente en ese mismo tiempo Judá fue deportada a
Mesopotamia, regresando a Palestina setenta años más tarde. Estos son los que
llegaron a conocerse comúnmente como «Israel» por ser los únicos descendientes
de Jacob — o Israel — que vivían para entonces en Palestina- Las diez tribus —
la Casa de Israel — fueron absorbidas — se perdieron — en la tierra de su
exilio.
Yeshúa «a lo suyo vino»
— a la Casa de Judá, los judíos — «y los suyos no lo recibieron» (Juan 1:11).
Yeshúa era del linaje de David, de la Casa de Judá.
Cuando su propio pueblo
— los judíos — lo rechazaron, no se tornó Él a los gentiles. El que hizo esto
fue Pablo. En cambio, Yeshúa al hablar con la mujer gentil — samaritana —
claramente dijo a quien había sido enviado : «No soy enviado sino a las ovejas
perdidas de la casa de Israel» (Mateo 15:24).
Para cumplir más tarde
esa divina misión — puesto que Yeshúa fue sacrificado poco después en el
gólgota para pagar los pecados del mundo — comisionó Él a sus doce discípulos.
A ellos les dio orden: «Id… a las ovejas perdidas de la Casa de Israel».
Y ellos fueron, ¡pero
la historia los perdió de vista e ignora adónde fueron! Sus jornadas han sido
un misterio — ¡hasta ahora!
Lo que el Nuevo
Testamento revela; La historia de la Iglesia primitiva del Nuevo Testamento
está preservada en el libro de los Hechos. ¿Pero ha observado usted que el
relato de hechos termina dejando incompleta la historia? ¡Lucas ni siquiera
termina la vida de Pablo después de haber finalizado su encarcelamiento de dos
años!
¿Por qué?
La respuesta la
encontrará en la comisión que El Mesías diera a Pablo. Aún antes de que Pablo
fuera bautizado, El Mesías había ya planeado la futura tarea que Pablo llevaría
a cabo. Primero, Pablo tendría que instruir a los gentiles — y esto lo hizo él
en Chipre, Asia Menor y Grecia. Luego, tendría que presentarse ente reyes —
esto lo llevó a cabo durante su encarcelamiento de dos años en Roma. Al final
de dos años, en cuyo tiempo no se presentaron acusadores, Pablo, de acuerdo con
la ley romana, debió automáticamente ser puesto en libertad. Es entonces que
Lucas de manera extraña interrumpe el relato de la vida de Pablo. Véase Hechos
28:31.
¡Pero la tercera misión
de Pablo no se había efectuado! El Mesías había escogido a Pablo para un
propósito triple — «Para llevar mi nombre en presencia de los gentiles, y de
reyes, y de los hijos de Israel» (Hechos 9:15). He aquí la respuesta. ¡Él,
también terminaría su trabajo entre las diez tribus perdidas!
No le permitió el
Mesías a Lucas incluir en Hechos los viajes finales en la vida de Pablo.
¡Hubiera revelado el paradero de los hijos de Israel!
No era tiempo para que
el Padre lo diera a saber. Pero el momento ha llegado ya, en la culminación del
«tiempo del fin», de descorrer el velo de la historia y revelar adónde fueron
los doce apóstoles.
Tres palabras que
FALTAN Ahora abra su Biblia en el libro de Santiago. ¿A quién está dirigido?
Léalo:
«Santiago, siervo de
Elohim y del Maestro Yeshúa el Mesías, A LAS DOCE TRIBUS QUE ESTÁN EN LA
DISPERSIÓN: Salud» (versículo primero).
Usted con toda probabilidad
nunca se dio cuenta de ello antes. Este libro no está dirigido a los gentiles,.
No está dirigido exclusivamente a Judá — los judíos. Está dirigido a todas las
doce tribus.
¿Ha notado alguna vez
que la epístola de Santiago, como el libro de Hechos, termina en forma abrupta,
sin las salutaciones normales? Léalo usted mismo — Santiago 5:20.
Compárela con las
epístolas de Pablo. En el texto griego original del Nuevo Testamento cada una
de las epístolas de Pablo termina con un «Amén». El libro de Apocalipsis a la
vez, termina con un «Amén».
Esta pequeña palabra
«Amén», derivada del hebreo, significa terminación — ¡final! En la Antigua
Versión de Reina de Valera (las más de las versiones modernas están
equivocadas, y en algunos casos descuidadamente han dejado afuera la
terminación apropiada que se encuentra en el griego) cada uno de los libros del
Nuevo Testamento concluye con un «Amén» excepto tres — Hechos, Santiago y 3
Juan. En estos tres, y sólo en estos tres, la palabra «Amén» no aparece en el
griego original. No aparece a propósito. ¿Por qué?
El «Amén» faltante es
una señal especial. Esto nos indica que el Padre quiere que entendamos que
cierto conocimiento no habría de darse a conocer al mundo sino hasta ahora,
cuando el evangelio está siendo enviado alrededor del mundo como un testimonio
final antes del fin de esta era.
El Padre tuvo un
propósito al excluir del libro de los Hechos los capítulos finales de la
historia de la primitiva y verdadera Iglesia. Si hubieran sido incluidos, ¡la
identidad y el paradero de Israel y de la verdadera Iglesia hubieran sido
revelados! El que la Casa de Israel hubiera perdido su identidad y se
considerara gentil, ¡es parte del plan del Padre!
Si el libro de Santiago
hubiera terminado con la salutación ordinaria, la nación de Israel hubiera sido
descubierta. Pablo a menudo concluyó sus cartas con nombres de lugares y
personas. Vea los últimos versículos de Romanos, Colosenses, y Hebreos como
ejemplo. ¡Esta es precisamente la parte que a propósito se excluyó de Santiago!
¿Y por qué motivo la
tercera carta de Juan, que es tan corta, no concluye con un «Amén»? Deje que
Juan mismo nos lo diga: «Yo tenía muchas cosas que escribirte, pero no quiero
escribirlas con tinta y pluma» (versículo 13). Juan revela, en su carta, una conspiración
pagana. Era un atentado diabólico por medio de Simón el mago y sus falsos
apóstoles de apropiarse el nombre del Mesías, ganar el control de la verdadera
Iglesia, y disfrazarla de manera que apareciera como «Cristiana».
El Padre no permitió a
Juan que diera a conocer, en lenguaje claro, los nombres de los líderes de esa
conspiración, y de la ciudad desde donde operaban. Esta es la razón por la que
Juan dejó su carta sin terminar. El «Amén» faltante nos está diciendo que
debemos buscar la respuesta en otro lugar de la Biblia. Está descrita, si tiene
ojos para ver, en Apocalipsis 17, Hechos 8 y en muchos otros capítulos de la
Biblia. El tiempo de desenmascarar esa conspiración es ahora (2 Tesalonicenses
2), precisamente poco antes del retorno del Mesías.
Pero regresemos por un
momento, a la carta de Santiago.
Las guerras nos revelan
dónde; En Santiago 4:1 aprendemos que había guerras que se estaban librando
entre las tribus perdidas de Israel. «¿De dónde vienen las guerras y los
pleitos entre vosotros?» pregunta Santiago.
¿Cuáles eran estas
guerras? No existieron guerras entre los judíos sino hasta la sublevación,
varios años más tarde, en contra de los romanos.
Estas guerras
identifican absolutamente a la Casa perdida de Israel — las regiones a las que
los doce apóstoles viajaron. Santiago escribió su libro cerca del año 60 d. de
J.C. (él fue martirizado unos dos años después, de acuerdo con Josefo). El
mundo se encontraba temporalmente en paz — acobardado por el poderío militar
romano. Un poco antes del 60 d. de J.C., solo dos áreas del mundo se
encontraban sacudidas por guerras y contiendas civiles. Cuando usted descubra
cuáles eran esas áreas, ¡habrá localizado donde estaban viviendo las Doce
Tribus Perdidas a las que Santiago se dirigió! ¡Lo único que tiene uno que
hacer es indagar en los registros militares de la historia en el período
inmediatamente antes y hasta el año 60 d. de J.C.! ¡Estas dos áreas eran las
Islas Británicas y el Imperio Parto!
Pero éstas no eran las
únicas tierras adónde la exiliada Casa de Israel se dirigió. Voltee en las
páginas de su Biblia a 1 Pedro.
¿A quién escribió
Pedro?
¿A quién dirigió Pedro
sus epístolas?
Aquí lo vemos. «Pedro,
apóstol de El Mesías, a los expatriados de la dispersión en el Ponto, Galacia,
Asia y Bitinia» (1 Pedro 1:1)
Estos no eran gentiles.
Pablo fue el apóstol de los gentiles y no Pedro (Gálatas 2:8). Pedro fue
apóstol de las ovejas perdidas de la Casa de Israel.
Note la palabra
«expatriados». No quiere decir gentiles. En el griego original es parepidemos,
que quiere decir «un residente extranjero», y literalmente, «un ajeno al lado».
Tiene referencia, no a los gentiles, sino a los no-gentiles que residían al
lado de los gentiles como extranjeros y expatriados. Abraham, por ejemplo,
vivió como extranjero en tierra ajena cuando habitó entre los cananitas
gentiles en Palestina.
Pedro estaba
dirigiéndose a la porción de las diez tribus que habitaban entre los gentiles
como extranjeros en tierra ajena. No les estaba escribiendo primariamente a los
judíos. De haber sido así, no se hubiera dirigido a ellos como «extranjeros»
(Versión Moderna), puesto que él mismo era judío.
Ahora, note la región a
la que Pedro dirigió su carta. Tendrá que verlo en un mapa bíblico para
localizarla. Se encuentra situada en la mitad norte de Asia Menor, la región
que pertenece a la moderna Turquía. ¡Estas tierras están situadas
inmediatamente al oeste del Imperio Parto!
Pablo no predicó en
estos distritos. Los años que ocupó en su ministerio en Asia Menor fueron en la
mitad sur correspondiente a los griegos. «Y de esta manera me esforcé», dijo
Pablo, «a predicar el evangelio, no dondel Mesías ya hubiese sido nombrado,
para no edificar sobre fundamento ajeno» (Romanos 15:20).
Pablo no predicó en las
áreas donde Pedro u otro de los apóstoles ya habían llevado el Evangelio.
En ninguna parte del
Nuevo Testamento puede usted leer de Pablo predicando en Ponto, o Capadocia, o
Bitinia. Estas regiones estaban bajo la jurisdicción de Pedro y ciertos otros
de los doce.
Pablo sí anunció el
Evangelio en la provincia de Asia — pero sólo en la mitad sur, en los distritos
alrededor de Efeso. Expresamente se le prohibió a Pablo predicar en Misia, el
distrito sur de la provincia romana de Asia. «Y cuando llegaron a Misia» — Pablo
y sus acompañantes — «intentaron ir a Bitinia, pero el Espíritu no se lo
permitió. Y pasando junto a Misia, descendieron a Troas» (Hechos 16:7-8). ¡Esas
eran las regiones en donde habitaban como extranjeros entre gentiles las ovejas
perdidas de la Casa de Israel!
Es verdad que en su
primer viaje a Galacia del sur, Pablo predicó en las ciudades de Iconio, Listra
y Derbe (Hechos 14). Pero en ninguna parte del Nuevo Testamento encontramos a
Pablo viajando a Galacia del norte — el área donde habitaban las tribus de
Israel a quienes Pedro dirige sus epístolas.
Un remanente de las
Diez Tribus en las costas del Mar Negro
Veamos ahora pruebas
históricas — confirmando las epístolas de Pedro — de que un remanente de la
Casa de Israel se estableció en las costas del Mar Negro, en la parte norte de
Asia Menor, a principios de la era del Nuevo Testamento.
Los escritores griegos
del tiempo del Mesías no pudieron menos que reconocer que las regiones al norte
de Asia Menor no eran griegas (excepto por unas cuantas colonias mercantiles de
griegos en las ciudades portuarias). Nuevos pueblos, nos dicen los griegos,
estaban viviendo en el área norte de Asia Menor en los tiempos del Nuevo
Testamento. He aquí la declaración de Diódoro de Sicilia: «… muchos pueblos
conquistados fueron trasladados a otros lugares, y dos de estos llegaron a
formar grandes colonias: una estaba compuesta de Asirios y fue trasladada a la
tierra situada entre Paflagonia y Ponto, y la otra fue sacada de Media y
establecida a lo largo de Tanais (el Río Don en la antigua Escitia — la moderna
Ukrania, al norte del Mar Negro, en el sur de Rusia)» . Vea el libro ll,
sección 43.
Ahora veamos de qué
áreas procedieron estos colonizadores — Asiria y Media. ¡Las mismas áreas
adonde fueron llevados cautivos los integrantes de la Casa de Israel! «E Israel
fue llevado cautivo de su tierra a Asiria hasta hoy» (2 Reyes 17:23). «El rey
de Asiria tomó Samaria, y llevó a Israel cautivo a Asiria, y los puso en Halah,
en Habor junto al río Gozan, y en las ciudades de los medos» (versículo
6)
La Casa de Israel
habitó en cautividad como extranjeros entre los asirios.
Cuando los asirios a su
vez fueron más tarde trasladados de su propia tierra a la parte norte de Asia
Menor, una porción de los de la Casa de Israel emigraron con ellos.
He aquí el testimonio
del geógrafo griego Estrabón. Estrabón les dio el nombre de «sirios blancos»,
en vez de asirios, a los colonos del norte de Asia Menor» (12, 3, 9). Eran
pues, dos pueblos — asirios y sirios blancos. ¿Quiénes eran estos «sirios blancos»?
Ni más ni menos que la Casa de Israel que fue llevada cautiva a Asiria. Como
contraste, los arameos de tez oscura se quedaron en Siria donde están viviendo
todavía en la actualidad.
Cuando los asirios
fueron impelidos a emigrar hacia el norte en Asia Menor, los que fueran sus
esclavos — «los sirios blancos», esto es, las diez tribus de la Casa de Israel
— emigraron juntamente con ellos. En tiempos del Nuevo Testamento los
encontramos habitando ahí. A estos pueblos — las ovejas perdidas de la Casa de
Israel — los extranjeros en medio de los Asirios (1 Pedro 1:1 Versión Moderna)
— es a quienes el apóstol Pedro les escribió su primera epístola. ¿Podría algo
ser más claro? Tenemos al apóstol principal de la Casa de Israel escribiéndole
a una parte de las diez tribus perdidas que vivían por esos tiempos entre los
asirios quienes originalmente se los llevaron cautivos.
Más adelante veremos
cuándo y cómo estas «ovejas perdidas» emigraron de Asia Menor hacia el noroeste
de Europa.
Ahora, descorramos la
cortina de la historia. Veamos dónde fue que los doce apóstoles predicaron.
Quedará asombrado ante lo que está por revelársele.
Lo que los
historiadores griegos nos informan
¿Por qué es que nadie
lo ha pensado hasta ahora? Si multitudes de griegos en el sur de Asia Menor se
estaban convirtiendo al Mesías a través del ministerio de Pablo, y si a la vez
multitudes de entre las diez tribus perdidas de la Casa de Israel se estaban
convirtiendo en la parte norte, ¿no hubiesen los griegos dejado un registro de
quiénes de los doce apóstoles llevaron el Evangelio a esos lugares?
Considere esto también.
Los griegos no han perdido el Nuevo Testamento, originalmente escrito en su
idioma. Ellos lo han transmitido fielmente de generación en generación hasta
nuestros días. ¿No es, pues, posible que los eruditos griegos hubiesen
preservado una relación fiel del ministerio de los doce apóstoles?
¡Ellos hicieron
exactamente eso! No obstante, ¡casi nadie lo ha creído!
Lo que los griegos nos
informan, ¡no es exactamente lo que se espera encontrar! Algunos, que no
entienden la diferencia entre la Casa de Israel y los judíos, se imaginan que
los apóstoles fueron exclusivamente a los judíos. Y a otros de aquellos que
saben dónde se encuentra la Casa de Israel en la actualidad parece que a veces
les es imposible creer que varias de las tribus de Israel no se encontraban, en
tiempos de los apóstoles, donde se encuentran hoy.
Los hombres de letras
han estado por mucho tiempo intrigados respecto a la extraordinaria información
que los griegos nos han legado. Estos informes históricos acerca de los
apóstoles son totalmente diferentes a los que contiene la literatura apócrifa
de la Iglesia Católica Romana primitiva. Los historiadores griegos, de
principios de la Edad Media, preservaron información extraída de documentos
originales que aparentemente han dejado de existir. Ellos poseían fuentes de
información que no tienen a su disposición en la actualidad nuestros historiadores
contemporáneos. ¿Qué es lo que los historiadores griegos nos informan?
Una importante fuente
de información es la Ecclesiasticae Historiae griega y latina de Nicéforo
Calixto. Otra en inglés, es Antiquitates Apstolicae por William Cave.
La tradición universal
griega declara que los apóstoles no se marcharon de la región Siro-Palestina
sino hasta haber terminado doce años de ministerio. El número 12 simboliza un
nuevo principio organizado. Antes de finalizarse esos doce años, uno de los
apóstoles — Santiago, el hermano de Juan — había muerto.
Herodes lo mandó
decapitar aproximadamente el año 62 d. de J. C. Pero, ¿adónde se dirigió el
resto de los apóstoles?
¡Simón Pedro en
Bretaña!
Empecemos con Simón
Pedro. El Mesías asignó a Pedro la tarea de coordinar el trabajo de los demás
apóstoles. Por esa razón, necesariamente tenemos que encontrar a Pedro viajando
a muchas más regiones de las que él personalmente haya evangelizado. La
pregunta es, ¿dónde ocupó la mayor parte de su tiempo?
Sabemos que Pedro
estuvo por un corto tiempo en Babilonia situada en Mesopotamia. De dicha
comarca escribió sus cartas a las iglesias de Asia Menor (1 Pedro 5:13).
Babilonia fue la ciudad
principal desde donde los apóstoles organizaron su trabajo en el Oriente. En
forma similar, Pablo y los obreros cristianos bajo su dirección llevaron a cabo
sus actividades evangelísticas con sede en Antioquía en Siria (Hechos 14:26),
El orden en que Pedro nombró las provincias de Asia Menor en el primer
versículo de su epístola — de oriente a occidente y de occidente a oriente —
prueba con toda claridad que su carta fue enviada de Babilonia, situada en el
oriente y no de Roma, en el occidente. La designación de Roma como la «Moderna
Babilonia» no fue hecha sino hasta que El Mesías mismo lo reveló mucho más
tarde, después de la muerte de Pedro, en el capítulo 17 del Libro de
Apocalipsis.
¿Dónde estuvo Pedro la
mayor parte de su tiempo después de haber estado en Palestina por los primeros
doce años?
Metafrasto, el
historiador griego, informa «que Pedro se encontró no tan sólo en estas partes
occidentales» — el Mediterráneo Occidental — «pero que particularmente él
estuvo un largo tiempo» — aquí tenemos la principal obra vitalicia de Pedro
entre las Diez Tribus Perdidas — «… un largo tiempo en Bretaña donde convirtió
a muchas naciones a la fe». (Vea la anotación marginal Antiquitates Apostolicae
por Cave.)
Pedro predicó el
evangelio en la Gran Bretaña y no en Roma, la capital del mundo gentil. Pablo,
no Pedro, fue quien predicó en Roma. El verdadero Evangelio no había sido
predicado públicamente en Roma antes de que Pablo arribara en el año 59 d. de
J. C. Pablo no mencionó a Pedro, ni siquiera una sola vez, en su epístola a los
hermanos de Roma. Los más de ellos fueron convertidos en el día de Pentecostés
del año 31 d. de J.C.
¡Ni siquiera los judíos
que vivían en Roma habían escuchado la predicación del evangelio antes de que
Pablo llegara!
He aquí un relato que,
bajo inspiración, escribió Lucas acerca del arribo de Pablo en Roma: «Aconteció
que tres días después, Pablo convocó a los principales de los judíos» (Hechos
28:17). Continuando en el versículo 21: «Entonces ellos le dijeron; Nosotros ni
hemos recibido de Judea acerca de ti, ni ha venido alguno de los hermanos que
haya denunciado o hablado algún mal de ti. Pero querríamos oír de ti lo que
piensas; porque de esa secta nos es notorio que en todas partes se habla contra
ella, Y habiéndole señalado un día, vinieron a él muchos a la posada, a los cuales
declaraba y testificaba el Reino de El Padre desde la mañana hasta la tarde
persuadiéndoles acerca de Yeshúa, tanto por la Ley de Moisés como por los
profetas» (versículos 21-23).
Aquí tenemos prueba
absoluta de que los judíos de Roma no habían escuchado nunca predicar al
apóstol Pedro. Eso sí, había estado un «Pedro» en Roma — desde los días de
Claudio César. Ese Pedro ocupaba un alto puesto. El era el jefe de los
Misterios Babilónicos.
Su puesto era el de un
«Pedro» — que quiere decir un intérprete o Abridor de Secretos. El vocablo
pedro, en los idiomas babilonio y hebreo significa «abridor» — es por lo que en
el original hebreo del Antiguo Testamento se usa por «primerizo» — uno que abre
por primer vez la matriz.
Ese Pedro que se
encontraba en Roma también se llamaba Simón — Simón el Mago (Hechos 8). El era
el conspirador número uno en la estratagema tramada por los sacerdotes de los
misterios paganos Babilonio-Samaritanos.
Estos conspiradores
estaban empeñados en apropiarse el nombre del Mesías para encubrir su diabólica
religión. Estos conjurados vinieron a ser los fundadores de lo que en la
actualidad se conoce en el mundo como la «Religión Cristiana» . (Vea 3 Juan.)
Pero Simón Pedro, el
apóstol del Mesías, se encontraba en Bretaña predicando el Evangelio del Reino
de El Padre. El hecho mismo de que Pedro predicó en Bretaña es prueba en sí de
que una porción de la Casa Perdida de Israel poblaba sus tierras. Pedro fue
comisionado a ir a las tribus perdidas.
Y, significativamente,
alrededor del año 60 d. de J. C. se desataron en Bretaña varias guerras
relativamente importantes — ¡tal como Santiago lo advirtió en su epístola (el
cuarto capítulo versículo 1) a las doce tribus de Israel! ¿Podría la historia
ser aun más clara? Para conocer la prueba completa de la identidad de la Gran
Bretaña como la tribu principal en Israel, escriba solicitando el folleto
«¿Quién es y Dónde está Israel en la Actualidad?» Este clarifica más los datos
históricos y bíblicos respecto a Israel (disponible solamente en inglés).
¿Dónde fueron
sepultados Pedro y Pablo?
Por varios siglos el
mundo cristiano ha tomado por sentado que Pedro y Pablo se encuentran
sepultados en Roma. Nadie, según parece, ha pensado poner en tela de juicio la
tradición.
Cierto es que Pablo fue
traído a Roma alrededor del año 67 d. de J. C., habiendo sido decapitado y
luego sepultado en la Vía Ostia. Pero, ¿todavía se encuentran allí sus restos?
Cierto es, también, que
la tradición universal asegura que el apóstol Pedro fue traído a Roma durante
el reinado de Nerón y que fue martirizado alrededor de ese tiempo.
Muchos fragmentos de
literatura antigua — algunos espurios y otros fidedignos — confirman que tanto
Simón el mago, el falso apóstol, que se hizo pasar por Pedro, como el mismo
Simón Pedro murieron en Roma. La pregunta es — ¿cuál de los dos Simones es el
que está sepultado bajo el Vaticano en la actualidad? ¿Acaso existe pruebas de
que los restos de los apóstoles Pedro y Pablo fueron removidos de Roma y no se
encuentran allí en la actualidad? ¡Si la hay!
Existe una razón por la
que el Vaticano ha estado un poco vacilante en pretender haber encontrado la
tumba de Pedro. Ellos saben que es Simón el Mago — el falso Pedro — quien se
encuentra sepultado allí y no el apóstol Simón Pedro.
He aquí lo que sucedió.
En el año 656 el Papa Vitaliano decidió que la Iglesia Católica no tenía
interés alguno en los restos de los apóstoles Pedro y Pablo. Por tanto, ¡el
Papa ordenó que fueran llevados a Oswy, el Rey de Bretaña! A continuación podrá
usted leer una porción de su carta dirigida al Rey Británico:
« NO OBSTANTE, HEMOS
ORDENADO QUE LOS DONES BENDITOS DE LOS SANTOS MARTIRES, ESTO ES, LAS RELIQUIAS
DE LOS BENDITOS APÓSTOLES, PEDRO Y PABLO, Y DE LOS SANTOS MARTIRES LORENZO,
JUAN, Y PABLO Y GREGORIO, Y PANCRACIO, PARA QUE SEAN ENTREGADOS A LOS
PORTADORES DE ESTAS NUESTRAS CARTAS, PARA QUE A SU VEZ ELLOS LOS ENTREGUEN A
VOS» (Historia Eclesiástica por Bede, libro III, cap. 29)
¿Puede cosa alguna ser
aun más asombrosa? Los restos de Pedro y Pablo (considerados «reliquias» en la
carta del Papa), enviados por el Papa de Roma a Bretaña — ¡a la tierra de
Israel!
Aún antes, alrededor de
un siglo y medio, Constancio de Lyon exhumó las reliquias de los apóstoles y
mártires de Gales y las enterró en una tumba especial en St. Albans, Bretaña.
(Vida de Sn. Germán.) ¿Tendrá algún significativo que la Obra de El Padre en la
actualidad y la Institución Ambassador, estén ubicadas en St. Albans?
¿Y Andrés su hermano?
Después del año 449 d.
de J. C. , Bretaña fue ocupada por cientos de miles de nuevas personas que no
vivían allí en los días de Pedro. La historia los conoce como anglos y sajones.
Originalmente arribaron en Bretaña desde las costas del Mar Negro — ¡donde
habitaba la Casa de Israel!
En el año 256 d. de J.
C., empezaron éstos a emigrar del norte de Asia Menor a lo largo de las costas
del Mar Negro, hacia la Península Cimbria (Dinamarca) al lado opuesto de
Bretaña. A los antepasados de ellos fue a quienes Pedro les escribió sus
epístolas.
¿Cuál de los doce
apóstoles les predicó a sus antepasados — los llamados «sirios blancos» —
cuando habitaban en la región del Bósforo y el Mar Negro?
Escuche la respuesta
que dan los historiadores griegos:
«En esta división
Andrés recibió como su provincia primariamente, a Escitia y los países circunvecinos.
Primeramente el viajó por Capadocia, (Alta) Galacia y Bitinia, instruyéndolos
en la fe del Mesías, pasando luego por todas las comarcas a lo largo del Mar
Auxino» — ¡el nombre antiguo del Mar Negro! — «… y así terminó en la solitaria
Escitia».
Un autor primitivo
griego describe estos viajes con tal variedad de detalles, que parece como si
el mismo Lucas hubiera escrito la narración de los demás apóstoles como lo
hiciera de Pablo. Andrés «se dirigió enseguida a Trapezus, una ciudad marítima
en el Mar Euxino, de donde, después de haber estado en muchos otros lugares,
vino a Nicea, donde permaneció por dos años predicando y obrando milagros con
grande éxito. De allí a Nicomedia, y luego a Calcedonia; al navegar por el
Propóntide llegó por el Mar Euxino a Heraclea, y de allí a Amastris …Enseguida
vino él a Sinope, una ciudad ubicada sobre el mismo mar… aquí se encontró con
su hermano Pedro con quien se quedó por un tiempo considerable… Partiendo de
allí, se fue de nuevo a Aminsus y después… se propuso regresar a Jerusalén» —
la sede de la Iglesia. «De donde después de algún tiempo se dirigió al país de
Abasgi (situado en el Caucaso)… De aquí se fue a… Escitia Asiática o Sarmacia,
pero al haber encontrado que sus habitantes eran por demás bárbaros e intratables,
no se quedó entre ellos por mucho tiempo, solamente en Quersón, o Quersoneso,
una ciudad grande y populosa en el Bósforo (este Bósforo es la nueva Crimea),
continuó por algún tiempo, instruyéndolos y confirmándolos en la fe. De aquí,
abordando un barco, navegó al otro lado del mar hasta Sinope, ubicada en
Paflagonia… » (pág. 137-138 Antiquitates Apostolicae por Cave).
Aquí encontramos a
Andrés predicando precisamente en las áreas en Asia Menor que el Apóstol Pablo
no visitó. Desde esta región y desde Escitia al norte del Mar Negro, emigraron
los antepasados de los escoceses y de los anglo-sajones, como ya nos hemos enterado.
Estos forman parte de la Casa de Israel. De no ser así ¡Andrés desobedeció su
comisión!
Además, ¿que de la
moderna tradición escocesa de que fue Andrés quien les predicó a sus
antepasados? ¿Es significativo esto? ¡Sí que lo es!¿Y los otros Apóstoles?
¿Y adónde fue que Simón
Zelotes llevó el Evangelio? He aquí la ruta de sus jornadas expuesta en los
escritos griegos:
Simón «se encaminó
hacia Egipto, luego a Cirene y Africa… y a través de Mauritania y toda Libia,
predicando el evangelio… Ni la frialdad del clima entumeció su celo, ni le
sirvió de obstáculo para llevar la doctrina cristiana a las Islas Occidentales,
y aún hasta Bretaña misma. Aquí predicó y llevó a cabo muchos milagros… «
Nicéforo y Doroteo escribieron «que él entró al fin en Bretaña, y… fue
crucificado… y sepultado ahí» (pág. 303 de Antiq. Apóst. Por Cave).
¿Lo ve usted? Otro de
los doce apóstoles es descubierto predicando a las Tribus Perdidas de Israel en
Bretaña y en el Occidente. Pero, ¿por qué se encontró Simón Zelotes en el Norte
de Africa? ¿Había también remanentes de la Casa de Israel en dicha región?
¿Escaparon algunos de ellos hacia el occidente en 721 a, de J. C. durante la
conquista Asiria de Palestina?
Leamos la respuesta que
nos da Geoffrey de Monmouth: «Los sajones… se fueron a donde Gormund, Rey de
los Africanos, en Irlanda, hacia donde, aventurándose en una vasta flota, él
había conquistado a los habitantes de dicho país. Fue entonces, que debido a la
traición de los sajones, se hizo a la vela hacia Bretaña con ciento sesenta mil
africanos… y arrasó causando desolación, como ya ha sido dicho, a toda la isla
ayudado de sus incontables miles de africanos» (libro XI, secc. 8, parr. 10).
Estos incontables miles
no eran negros o árabes. Estos fueron blancos — nórdicos — que procedieron del
Norte de Africa y de Mauritania, precisamente donde Simón predicó. Estos
nórdicos, afirma la historia Universal (1748 tomo XVIII, pág. 194), «dieron a
entender que sus antepasados fueron arrojados de Asia por un enemigo poderoso,
y perseguidos hasta Grecia, de donde realizaron su escape» al Norte de Africa.
« Pero esto… debía de entenderse solamente de las naciones blancas que
habitaban algunas partes de Barbary y Numidia occidental»
¿Qué nación blanca fue
arrojada de las costas del Asia occidental? ¡La Israel! ¿Cuál fue su poderoso
enemigo? ¡Los Asirios!
Por casi tres siglos
después del tiempo de Simón Zelotes permanecieron en Mauritania, No obstante,
no se encuentran en la actualidad en Africa del Norte, puesto que arribaron en
Bretaña un poco después del año 449 d. de J. C., precisamente durante la
invasión de los anglosajones.
En el año 598 d. de J.
C., el obispo de Roma envió a Agustín a Inglaterra para instruir a sus
habitantes en el catolicismo. ¡Grande fue su sorpresa al enterarse que estos ya
profesaban el cristianismo! ¡Sus antepasados habían ya escuchado el mensaje de
boca de uno de los doce apóstoles!
¡Y también Irlanda!
Otro de los apóstoles
enviado a las tribus perdidas de la Casa de Israel fue Santiago, el hijo de
Alfeo. Algunos escritores primitivos estuvieron un poco confusos debido a que
dos de los apóstoles eran llamados Santiago. Santiago, el hijo de Alfeo, fue
quien después de los primeros doce años su ausentó de Palestina. Los hechos de
este apóstol son en ocasiones erróneamente asignados a Santiago el hermano de
Juan. Sin embargo, este Santiago había sido martirizado por Herodes (Hechos 12:
2).
¿Dónde predicó
Santiago, hijo de Alfeo?
«Los escritores
españoles generalmente afirman que después de la muerte de Esteban, Santiago se
fue a estos lugares occidentales y en particular a España (algunos añaden a
Bretaña o Irlanda) donde él plantó el cristianismo» (pág. 148 de la obra de
Cave).
¿Lo ve usted? Otro
apóstol enviado a las ovejas perdidas de la Casa de Israel aparece igualmente
en las Islas Británicas — en Irlanda a la vez que en Bretaña.
En su tercer libro de
«Demostraciones Evangélicas» capítulo 7, Eusebio admitió que los apóstoles «se
fueron hacia aquellos lugares que eran llamados Islas Británicas» . El escribió
también: «Algunos de los Apóstoles predicaron el Evangelio en las Islas
Británicas» . ¿Pudiera esto ser más claro aún?
Santiago permaneció por
cierto tiempo en España. Pero, ¿por qué en España? Desde los tiempos más
antiguos España fue la principal vía de emigración del Mar Mediterráneo
Oriental hacia las Islas Británicas. La antigua Casa Real de Irlanda habitó por
un tiempo en España. El profeta Jeremías pasó por España en su jornada hacia
Irlanda acompañado de las hijas de Sedequías (Jeremías 41:10; 43:6). Aun en la
actualidad una parte vital de la península ibérica — Gibraltar — ha pertenecido
a la primogénita tribu de Efraín — ¡los británicos!
Pablo — ¿también en
Bretaña?
Ahora fijemos nuestra
atención en otra prueba más de la misión dada a los apóstoles de ir a las
ovejas perdidas de la Casa de Israel que se encontraban en las Islas
Británicas. En un antiguo libro por William Camden Publicado en 1674, podemos
leer: «La verdadera religión cristiana fue establecida aquí en tiempos muy
remotos por José de Arimatea, Simón Zelotes, Aristóbulo, San Pedro y San Pablo,
según puede probarse por Doroteo, Teodoreto y Sofronio» . (Remains of Britain,
pág. 5).
¿Se da usted cuenta de
lo que esto significa?
¡Ahora se incluye a
Pablo también! ¿Intentó Pablo alguna vez ir de Italia a España y luego a
Bretaña? Aquí tiene la respuesta: «… pasaré entre vosotros rumbo a España»
(Romanos 15:28). En su carta a los corintios, Clemente de Roma confirma el
viaje de Pablo hacia el Occidente. Pero, ¿incluyó éste a bretaña?
Escuche las palabras de
Teodoreto, el historiador y escritor eclesiástico griego. El informa: «… que
San Pablo trajo salvación a las islas que se extienden en el océano» (libro I,
sobre el Salmo CXVI pág. 870). ¡Estas eran las islas Británicas!
Pero, ¿fue él allí para
predicar primariamente a los gentiles? Desde luego que no. Recuerde que la
tercera y última parte de la comisión encomendada a Pablo, después de haberles
revelado al Mesías a los reyes y gobernantes en Roma, fue la de llevar el
nombre de Yeshúa «los hijos de Israel» (Hechos 9; 15) — las Diez Tribus
Perdidas. Esta no es una profecía relacionada con los judíos, a quienes
previamente había ya predicado Pablo en el mundo griego del Mediterráneo
Oriental. ¡Esta es una profecía acerca de la misión de Pablo a las islas
Británicas! ¿Podría algo ser más asombroso?
En las costas del Mar
Caspio Santiago se refirió a Israel como disperso, esto es, a las «Doce tribus
de la dispersión», que son, sin duda, los cristianos de origen israelita
dispersos en el mundo y grecorromano. Los hemos podido encontrar en el noroeste
de Europa, y en Africa del Norte desde donde emigraron hacia Bretaña en el siglo
quinto, al igual que en Asia Menor del norte, asociados con los Asirios. En el
año 256 d. de J. C. empezaron a emigrar de las regiones del Mar Negro hacia
Dinamarca, y de ahí hasta las Islas Británicas en el año 449.
Pero varios remanentes
de las Diez Tribus Perdidas se encontraban también en otra vasta región más
allá de los confines del Imperio Romano. Esa región era conocida como el Reino
de Partia.
El conocimiento de
quiénes eran los Partos ha permanecido en el misterio. Estos aparecen
repentinamente cerca del Mar Caspio alrededor del año 700 a. de J. C., como
esclavos de los Asirios. «De acuerdo con Diódoro, quien con toda probabilidad
siguió a Ctesias [historiador griego y médico de Artajerjes Memnón], pasaron
ellos del dominio de los Asirios al de los Medos, y de su dependencia de los
Medos a una posición similar bajo los Persas» . («Monarquías» por Rawlison,
Tomo IV, pág. 26, citado de Diód. Sic., II 2, párr. 3; 34, párr. 1 y 6)
Los Partos empezaron a
subir al poder alrededor del año 250 a. de J. C. en las tierras a lo largo de
las costas sur del Mar Caspio. ¡Esa fue precisamente la región a que Israel fue
exiliado! Lo que confunde a los historiadores es que los Partos no eran ni
Persas ni Medos, ni Asirios o cualquiera de los otros pueblos conocidos en ese
entonces. Aún su nombre está envuelto en el misterio — hasta en tanto que la
Biblia es comprendida.
¡El vocablo «Parto»
quiere decir «exiliado»! (Vea «La Sexta Monarquía» , The Sixth Monarchy, por
Rawlison, pág. 19). ¡Los únicos exiliados en esas tierras eran las diez tribus
de Israel! Los Partos eran ni más ni menos que las exiliadas Diez Tribus
Perdidas que permanecieron en la tierra de su cautividad hasta el año 226 a. de
J. C. Precisamente el tiempo cuando fueron arrojados de sus tierras por los
Persas, quienes los forzaron a emigrar hacia Europa.
Ahora, considere lo
siguiente. Santiago dirigió su epístola a «las doce tribus que están en la
dispersión» . El advierte a los israelitas sobre las guerras y pleitos que se
están librando entre ellos. Cuando Santiago escribió su carta, alrededor del
año 60 d. de J.C., el mundo conocido se encontraba en paz excepto por dos
regiones — ¡Bretaña y Partia! No existe equivocación alguna.
Partia y Bretaña eran
israelitas.
¿Cuál de los doce
apóstoles llevó el Evangelio a los Israelitas Partos?
Los historiadores
griegos revelan que Tomás trajo el Evangelio a «Partia, según nos informan
Sofornio y otros, después de que él predicó el Evangelio a los Medas, Persas,
Carmanios, Hircanos, Bactrianos, y las naciones vecinas»
(Antiq. Apost. por
Cave, pág. 189). Estos nombres que tan extraños suenan a nuestros oídos son las
tierras que conocemos actualmente como Irán (o Persia) y Afganistán. En tiempos
apostólicos toda esta región estaba bajo el control de los Partos.
Aun cuando muchos de
los israelitas se habían ido ya de esta región, multitudes de ellos habitaban
todavía ahí extendiéndose al territorio adyacente. Ellos perdieron su identidad
y vinieron a ser identificados con los nombres de los distritos en que vivían.
El historiador judío
Josefo estaba bien informado de que Partia fue el lugar principal donde
habitaron las Diez Tribus. El declara; «Pero la mayor parte del pueblo de
Israel [las Diez Tribus] quedó en el país [no regresaron a Palestina]; ésta es
la razón de que solamente dos tribus en Europa y en Asia estén sometidas al
imperio romano; las otras diez tribus aún en la actualidad viven más allá del
Eufrates, miles de hombres cuyo número no se puede determinar» (Antigüedades de
los Judíos, lb. XI, cap, V, Sec. 2).
¡Hélo aquí! ¡La misma
área a la cual peregrinó Tomás informa Josefo estaba habitada con innumerables
multitudes pertenecientes a las Diez Tribus! Aparentemente Josefo no estaba
enterado de que ya habían emigrado muchos de ellos hacia el oeste. No obstante,
y con toda claridad, él dice que sólo la Casa de Judá regresó a Palestina. ¡La
Casa de Israel. «aún en la actualidad viven más allá del Eufrates» Partia fue
derrotada por Persia en el año 226 d. de J. C. Al ser expulsados de Persia los
integrantes de las Diez Tribus y los Medos, se dirigieron hacia el norte del
Mar Negro internándose en Escitia. (Véase «Las Razas Naturales del Imperio
Ruso» , The Native Races of the Russian Empire, por R, G. Latham, pág. 216). De
allí, alrededor del 256 d. de J.C,, las Diez Tribus emigraron conjuntamente con
sus hermanos de Asia Menor, hacia el Noroeste de Europa, Esta emigración
resultó de un ataque unido de los romanos en el oriente. Sin embargo este
ataque tuvo efectos contrarios. En ese mismo año hordas de israelitas y asirios
destruyeron repentinamente las defensas occidentales de los romanos.
Tomás también viajó por
el noroeste de India al oriente de Persia, donde habitaban los «hindúes
blancos» . Estos «hindúes blancos» — blancos que habitaban en la India —
aparecen más tarde en ciertos escritos griegos con el nombre de hunos
neftalitas. ¿Habrá alguna conexión entre éstos y la tribu de Neftalí? Estos
fueron derrocados en el siglo sexto emigrando luego a Escandinavia. La
arqueología escandinava confirma este acontecimiento.
Según Nicéforo,
Bartolomé compartió con Tomás las mismas vastas planicies.
Bartolomé pasó algún
tiempo en la vecina Armenia y en una parte de Frigia Alto en Asia Menor. En su
historia, Nicéforo denominó esta área como «partes occidentales y orientales de
Asia», la parte alta de Asia Menor, o sea Turquía. Esta es la misma región
adonde Andrés llevó el Evangelio, y adonde Pedro envió sus dos epístolas.
Judas, llamado también
Lebeo y Tadeo, ministró también en Asiria y Mesopotamia, el área de Partia a la
que Josefo se refirió cuando dijo que todavía estaba habitada por las Diez
Tribus. El reino parto (las Diez Tribus de Israel) gobernó sobre los gentiles
en Asiria y Mesopotamia durante lo más del período del Nuevo Testamento. Pedro
dirigió el trabajo de todos los apóstoles en el oriente desde la famosa ciudad
de Babilonia en Mesopotamia.
Escitia y la Alta Asia,
esto es, Asia Menor, fueron las regiones asignadas a Felipe. (Vea Antiq. Apost.
por Cave, pág. 168). Escitia era el nombre de la vasta planicie al norte de los
Mares Negro y Caspio. A esta región una gran colonia de israelitas emigraron
después de la caída del Imperio Persa en 331. De Escitia emigraron los
escoceses. La palabra escocés se deriva de la palabra escita. Los escoceses son
también parte de La Casa de Israel.
Es interesante
enterarse que la palabra escita en céltico tiene el mismo significado que la
Palabra hebrea tiene en el lenguaje semita — ¡un emigrante o peregrino.
¿Adónde fue Mateo?
Mateo, nos dice
Metafrasto, «fue primero a Partia, y habiendo establecido con todo éxito el
cristianismo en esos lugares, se dirigió luego hacia Etiopía, esto es, Etiopía
Asiática, situada cerca de la India» . Por varios signos esta región del
Hindu-Kuch, colindando con Escitia y Partia, fue conocida como «India Blanca».
Está ubicada un poco al oriente del área donde los asirios establecieron a los
cautivos israelitas. El proceso natural de crecimiento ocasionó que la Casa de
Israel se extendiera a esas regiones escasamente pobladas. De ahí ellos
emigraron hacia el noroeste de Europa en el siglo sexto, mucho después del
tiempo de los Apóstoles. Doroteo declara que Mateo fue sepultado en Hierápolis,
Partia.
El reino parto fue en
realidad una débil unión de las tribus perdidas de Israel que habitaban en Asia
Central durante este tiempo. Los persas finalmente los arrojaron a todos de
ahí. Siempre que Partia prosperaba, las otras naciones prosperaban también.
Siempre que Partia sufría reveses, otras naciones también los sufrían.
Recuérdese la escritura que dice: «Bendeciré a los que te bendijeren, y a los
que te maldijeren maldeciré» (Génesis 12: 3).
Fuentes etíopes y
griegas designan a Dacia (Rumania moderna) y a Macedonia, al norte de Grecia,
como parte del ministerio de Matías. Dacia era la parte occidental más extrema
de Escitia. De Dacia salieron los normandos quienes se establecieron finalmente
en Francia y Bretaña.
La tradición francesa
de que María, la madre de Yeshúa, estuvo en Galia (actualmente Francia) añade
bastante peso a la aseveración de que Juan visitó Galia a principios de la era
apostólica. Fue a Juan a quien Yeshúa le encomendó a su madre María. Ella,
entonces, estaría dondequiera que Juan estuviera trabajando. Pablo sabía muy
bien que Galia era un lugar donde la Casa de Israel se había establecido. Es
ésta quizás la razón por la que en su viaje de Italia a España pasó por alto a
Galia (Romanos 15; 24, 28). Indudablemente la responsabilidad de predicar en
Galia había caído en otro de los doce.
¡Qué claro está todo!
¿Cómo puede existir confusión en esto? Aquí está pues, la prueba histórica que
confirma absolutamente la identidad y ubicación de «la Casa de Israel». La
identidad de Israel obtenida de fuentes seculares es en sí misma también prueba
independiente y absoluta de dónde fue que los doce apóstoles llevaron a cabo la
Obra del Padre.
¡Cuán maravillosos son
los misterios de El Padre una vez que los entendemos!