Me impresionó tanto que empecé a estudiar en
profundidad esos casos.
¿Tantos había?
En 1988 ya tenía doce episodios incuestionables y
creé una red de investigación con otros diez hospitales holandeses. Iniciamos
un estudio clínico prospectivo de 344 pacientes, que publicó The Lancet (2001).
Causó un impacto mundial.
Tanto que ya le avancé entonces, cuando usted me
entrevistó, que, tras 31 años de cardiología, me iba a dedicar en exclusiva a
las experiencias cercanas a la muerte (EDM).
¿Qué hemos aprendido desde el 2001?
Tenemos más preguntas, además de la clásica: ¿si la
conciencia es un mero producto del cerebro, cómo puede sobrevivir y explicar la
experiencia de la muerte?
¿Qué dice la ortodoxia médica?
Que se trata de meras alucinaciones causadas por la
anoxia (carencia de oxígeno).
¿Y qué le dice su investigación?
Si la causa fuera la anoxia, todos los que vuelven a
la vida tras la muerte tendrían EDM, porque todos la sufren, pero, en cambio,
sólo el 18% tiene esas experiencias.
¿Qué explican sobre ellas?
Coinciden en hablar de recuerdos, cognición y
emociones y mantienen la identidad, un punto crucial, porque el ego es el
enlace entre la conciencia y el cuerpo.
¿Luces, voces, su vida en un instante…?
Las han experimentado miles de personas, pero no
todos las explican por temor a ser tachados de lunáticos o porque creen que las
causan la medicación o la enfermedad.
¿Todos experimentan lo mismo?
No todos experimentan todo, pero todos citan algunas
experiencias recurrentes que coinciden en un cruce espacio-temporal.
¿A qué se refiere?
Es la revisión de la vida pasada, pero también la
futura y presente: algunos, al volver, anticipan sucesos y reinterpretan los ya
pasados, así que suelen cambiar de pareja, de trabajo, de existencia, porque
han contemplado su vida en conjunto durante su EDM.
¿Cómo son esas visiones?
Inefables, a menudo el lenguaje carece de términos
para explicarlas. Una EDM de tres minutos puede requerir semanas de testimonio
en el que no se repite un solo episodio.
El tiempo, como le decía, transcurre de un modo
único en síntesis con el espacio y una constelación de familiares y afectos.
Por ejemplo.
Un paciente refiere cómo en su EDM había visto a un
señor desconocido sonriéndole.
Diez años después, su madre agonizante le reveló que
él era hijo de una relación extramarital y le mostró una fotografía de su padre
biológico, asesinado en un campo de concentración: era aquel señor sonriente.
¿Cómo sabe que esos pacientes clínicamente muertos
siguen conscientes?
Lo prueban cientos de casos. En Conciencia más allá
de la vida explico el de un hombre de 43 años que nos llegó cianótico, frío,
sin tensión y con las pupilas dilatadas.
La enfermera le extrajo la dentadura postiza y la
depositó en un cajón. Resucitó inexplicablemente tras un largo coma y preguntó
por sus dientes.
Si estas vivo, resultan muy útiles.
Reconoció, al verla, a la enfermera y le pidió que
se los devolviera.
Ella nos llamó alarmada y entonces el paciente nos
relató en detalle lo que habíamos dicho y hecho cuando llegó muerto a urgencias
del hospital.
¿Y usted qué cree?
Nuestra conciencia no es más que un retransmisor
para esta dimensión de nuestro ser en varias.
Es como una radio que, mientras vivimos aquí,
sintoniza con este universo.
Nuestra muerte sólo es un cambio de conciencia, una
transición. Sólo morimos en una dimensión para pasar a otras.
¿Es una convicción religiosa?
Es física cuántica. Yo no soy creyente. Muchas
religiones se han acercado a esa realidad con técnicas de paso entre esas
dimensiones, como la meditación o el misticismo.
¿Cómo lo sabe?
Porque estudio casos -me consultan decenas cada día-
y las experiencias son recurrentes y concurrentes: confluyen tiempo -pasado,
presente y futuro: tienen visiones- y espacio en sensación de unidad.
…
Y esos testimonios de cada día coinciden con los relatos de la mística y las visiones de profetas, gurús y santos desde hace siglos.
Y esos testimonios de cada día coinciden con los relatos de la mística y las visiones de profetas, gurús y santos desde hace siglos.
¿Todo está conectado?
Ven la luz (los niños me cuentan que un ángel; los
ateos hablan de “una energía” y los creyentes, de Dios). Todos se refieren a lo
mismo y que en ello se sienten integrados.
¿Por qué la ciencia lo ignora?
Hasta ahora, la mecánica cuántica demuestra que la
luz consta de partículas que al mismo tiempo son ondas -creo que nuestra
conciencia las retransmite- dependiendo del estado del observador.
La experiencia de lo objetivo, al fin, depende de tu
estado subjetivo.
Así que, desde los gurús milenarios hasta los
físicos cuánticos, cuando asumes tu transición sin miedo experimentas un
anticipo de esa sensación de plenitud.
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