Estamos
acostumbrados a pensar que el agua de mar no se puede tomar.
Es que así nos lo han hecho creer y, aunque
naturalmente no se nos da por tomarla, sencillamente porque nos sabe demasiado
salada, lo cierto es que, en primer lugar es una falacia (cuando no una vil
mentira) y, en segundo lugar, el agua de mar es tan rica en nutrientes y
minerales que si la consumiéramos habitualmente gozaríamos de “demasiada” salud
y podríamos prescindir en gran medida de los médicos y –he aquí el problema
mayor– de los laboratorios.
Laboratorios que, por cierto, son los principales
interesados en que la población no conozca los beneficios que se derivan del
consumo de agua de mar y, por el contrario, que sigamos creyendo que el agua de
mar no es apta para el consumo humano.
Vamos a explicar un poco de qué estamos hablando.
Antes de hablar del agua de mar, sus propiedades y
beneficios, tal vez convenga detenernos brevemente en la sal que más suponemos
conocer, la que usamos cotidianamente en nuestra cocina y en nuestras mesas
familiares.
¿Qué dicen de ésta los promotores de la alimentación
y la salud “alternativas”? Sal de mesa “refinada” para asegurar que nos
enfermemos Ellos dicen que, a diferencia de la sal marina pura, que contiene 84
elementos de gran valor para la salud humana, durante el proceso de
“fabricación” de la sal fina (o de mesa), ésta es “lavada”, proceso durante el cual pierde
algas microscópicas que fijan el yodo natural en el organismo, y que éste es
importante para la prevención del bocio.
También se elimina azufre,
magnesio, calcio y otros elementos esenciales, con el propósito declarado de
“blanquear” el producto y hacerlo más
vistoso para los consumidores.
Pero ahí no termina el proceso de industrialización. Una vez
“blanqueada”, la sal fina es “enriquecida” con aditivos químicos que evitan la
formación de cálculos, pero estos químicos no son naturales y resultan perjudiciales
para la salud.
Y aunque la sal fina es más agradable a la vista,
cuando la probamos en grandes cantidades resulta desagradable al paladar,
mientras que una piedra de sal marina puede llegar a ser muy agradable.
La sal sin refinar provee al cuerpo numerosos
minerales esenciales, en cambio la refinada, además de haber sido despojada de
casi todos ellos (salvo dos),contiene
aditivos dañinos y silicato de aluminio, uno de los principales causantes de la
enfermedad de Alzheimer.
Ahora vamos un poco a los hechos: los promotores del
consumo de agua de mar explican –y suena muy razonable– que el mar es como un
delicioso y saludable “caldo”, producto de la disolución en sus aguas, durante
millones y millones de años, de toda la riqueza vital de la tierra, arrastrada
por ríos provenientes de montañas, llanuras, pantanos, rocas y cascadas, más el
constante flujo y reflujo de las mareas carcomiendo las playas y acantilados de
los miles de kilómetros de costas continentales e isleñas en toda la superficie
del planeta, para no contar el propio lecho marino. Sobreviviendo con la “sopa”
oceánica
De hecho, “náufragos voluntarios” dispuestos a
demostrar la falacia del supuesto de que el agua de mar no se puede tomar (si
eres náufrago puedes morirte de sed y de hambre flotando sobre la más deliciosa
sopa que pueda existir jamás), sobrevivieron días enteros bebiendo esa agua y
alimentándose de ella. Claro: hay que saber cómo hacerlo, cosa que explicaremos
inmediatamente.
El agua de mar tiene una concentración de 36 gramos
de sal por litro, mientras que nuestro organismo tiene 9 gramos por litro.
Si tomáramos el agua marina así sin más, la
concentración de sal en nuestro cuerpo subiría tanto que los tejidos deberían
liberar agua para que la concentración de sales volviera a 9 gramos por litro.
Eso conduciría a diarreas y a la deshidratación. La
solución puesta en práctica durante el experimento fue tomar una cucharada de
agua de mar cada veinte minutos, bebiéndola muy lentamente para dejar que la
saliva redujera la salinidad del agua ingerida.
Otra manera de tomar el agua de mar, si no somos
náufragos y tenemos acceso a esa agua en nuestra vida cotidiana –según explican
los expertos– es hacerlo “de forma isotónica”: rebajando el agua de mar con
agua dulce, o añadiendo agua de mar al agua dulce.
Considerando que la cantidad de sales recomendada es
de unos 9 gramos al día, y sabiendo que la salinidad del agua de mar es de 36
gramos por litro, la cantidad de agua de mar recomendada es de un cuarto de
litro por día.
Además de las sugerencias previas, los expertos
recomiendan verificar que no seamos intolerantes al agua de mar, lo que podemos
hacer comenzando por pequeñas cantidades hasta asegurarnos de que nos sienta
bien.
Algunas personas, además, son más propensas que
otras a sufrir diarreas al beber agua de mar, lo que resulta una razón
adicional para ir incrementando las cantidades de a poco.
Una sugerencia general es mezclar el agua de mar con
zumos, o con agua normal mezclada con unas gotas de limón.
Esto ayuda a habituarnos a beber esta agua sin
aborrecerla en las primeras etapas.
Por cierto, también tenemos que asegurarnos de no
sufrir alguna enfermedad en la que la ingesta de sal sea contraproducente
(aunque la hipertensión es un capítulo aparte, según veremos unas líneas más
abajo). Cocinar con agua de mar
El agua de mar resulta muy apropiada para cocinar.
Como ya hemos explicado, debido a los intereses industriales la sal comercial (la sal fina o
“de mesa”) es una sal “muerta”, en la que solo se ha preservado el cloruro de sodio y, en el mejor de los
casos, yodo, además de los
aditivos químicos perjudiciales para la salud.
Contrariamente, el agua de mar contiene muchos
elementos muy beneficiosos, por lo que proporciona un gran enriquecimiento a
nuestra dieta.
Para darle una vuelta más a la cuestión, la sal refinada
resulta perjudicial para la salud por su alto contenido de sodio, que favorece
la hipertensión y la retención de líquidos.
Eso no sucede con la sal marina, al punto que los
hipertensos pueden consumirla con moderación y con supervisión médica, ya que
su contenido de sodio es mucho menor.
Una paulatina incorporación a la dieta de recetas
que incorporen sal marina produce una lenta modificación de los hábitos
alimenticios, con una mejora en la salud como resultado general y a largo
plazo.
Si tenemos en cuenta que las enfermedades se
desarrollan en entornos ácidos, es fácil entender que el consumo de agua de
mar, alcalina por derecho propio, es un alcalinizador de nuestro organismo, lo
que previene todo tipo de enfermedades y nos mantiene alejados de los médicos y
de las farmacias, por lo que el consumo masivo de agua de mar acarrearía
irremediablemente la bancarrota de los grandes laboratorios.
Como alcalinizador, el agua de mar aporta, entre
otros, todos estos beneficios: es regulador del medio interno, nutriente
celular, reconstituyente, dentífrico y colutorio (enjuagatorio medicinal),
laxante, purgante, desinfectante y cicatrizante para infecciones de boca,
estomacal y neutralizador de acidez de estómago. Como si todo eso fuera poco,
tomada antes de comer calma el apetito, lo que la hace muy apropiada para bajar
de peso.
La sal común y sus enfermedades asociadas:
Hipertensión arterial
Edemas
Eclampsia o pre-eclampsia
Arteriosclerosis cerebral
Arteriosclerosis
Cálculos renales
Cálculos vesicales Cálculos biliares
Hipoplasia de la tiroides
Nódulos en la tiroides
Disfunción de la paratiroides
Edemas
Eclampsia o pre-eclampsia
Arteriosclerosis cerebral
Arteriosclerosis
Cálculos renales
Cálculos vesicales Cálculos biliares
Hipoplasia de la tiroides
Nódulos en la tiroides
Disfunción de la paratiroides
Entre las funciones más importantes de la sal
marina, se destacan:
Regula la presión arterial, junto con el agua.
Extrae el exceso de acidez de las células del cuerpo, en especial las del cerebro.
Equilibra los niveles de azúcar en la sangre, importante para los diabéticos.
Es esencial para generar energía en las células del cuerpo.
Es importante en la absorción de nutrientes a través del tracto intestinal.
Limpia los pulmones de mucosidad, importante para asmáticos y enfermos de fibrosis quística.
Limpia el catarro y la congestión de los senos paranasales. Antihistamínico natural.
Previene los calambres musculares.
Previene la excesiva producción de saliva. La saliva que fluye mientras se duerme es señal de deficiencia de sal.
Aporta dureza a los huesos. La deficiencia de sal, o comer sal refinada, es una de las principales causas de la osteoporosis.
Regula el sueño, actuando como un hipnótico natural.
Previene la gota y la artritis gotosa.
Es vital para mantener la libido y la sexualidad.
Previene las varices y las venas de araña en piernas y muslos.
Extrae el exceso de acidez de las células del cuerpo, en especial las del cerebro.
Equilibra los niveles de azúcar en la sangre, importante para los diabéticos.
Es esencial para generar energía en las células del cuerpo.
Es importante en la absorción de nutrientes a través del tracto intestinal.
Limpia los pulmones de mucosidad, importante para asmáticos y enfermos de fibrosis quística.
Limpia el catarro y la congestión de los senos paranasales. Antihistamínico natural.
Previene los calambres musculares.
Previene la excesiva producción de saliva. La saliva que fluye mientras se duerme es señal de deficiencia de sal.
Aporta dureza a los huesos. La deficiencia de sal, o comer sal refinada, es una de las principales causas de la osteoporosis.
Regula el sueño, actuando como un hipnótico natural.
Previene la gota y la artritis gotosa.
Es vital para mantener la libido y la sexualidad.
Previene las varices y las venas de araña en piernas y muslos.
Por Esteban Owen y “Abre los ojos”
SAL QUE DÓNA VIDA = AGUA DE MAR / SAL QUE MATA
= CLORURO SÒDICO .
Pulverizado de huesos animales, legía y
amoniaco, como adictivos en la sal refinada de mesa
Diferencias entre el cloruro de sodio
industrial y la sal natural.
EL AGUA DE MAR PARA RECUPERAR LA SALUD
CON vídeos incluido
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Lo que la Ciencia Oculta...Agua de Mar, Sol y... = Salud.
ASÍ SE HACE LA SAL MARINA, PASO A PASO… LA SAL DE LA VIDA.
EXPERIENCIA PROPIA .
SAL MARINA, FUENTE DE SALUD
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los ojos”
y “Abre
los Ojos”