Un vistazo al inframundo
26/09/14 Por Ignacio Arroyo
En el mundo subterráneo, las “alianzas”
entre distintos organismos alcanzan formas insospechadas para quienes habitamos
sobre la superficie. Por ejemplo, nueve de cada diez plantas que crecen en la
tierra pueden tener sus raíces cubiertas por hongos, en una relación de
beneficio mutuo. Millones y millones de kilómetros de raíces son tapizadas por
un fino manto fúngico: el abrazo entre dos reinos, hongos y plantas,
protagonistas de una “historia de amor” de más de 400 millones de años. A esta
simbiosis se le conoce como micorriza (mico=hongo y rriza=raíz).
Las micorrizas contribuyen
a la absorción de nutrientes esenciales y comunican a las raíces de distintas
plantas. Además, las protegen de enfermedades y redistribuyen el carbono
fijado. A cambio, el hongo recibe carbohidratos. Las micorrizas son entonces
una verdadera red de intercomunicación entre distintas especies, como una forma
más de evolución adaptativa. En los bosques, los árboles más viejos y grandes
juegan un papel crucial, al ser capaces de nutrir a las nuevas generaciones por
medio de sus micorrizas. Dada la relevancia de esta simbiosis para la
ecología de los suelos, es necesario entenderla y utilizarla en función de la
conservación de los ecosistemas naturales y agrícolas.
De mediados del siglo
XX a nuestros días se ha experimentado un constante declive en el contenido de
nutrientes de frutas y verduras. Los vegetales que consumimos hoy son
considerablemente inferiores en proteínas, calcio, vitaminas, hierro y otros
nutrientes esenciales, que los que se consumían 50 años atrás. Esto se
explicaría porque al seleccionar ciertas características intensivamente, es
posible que otras -relacionadas con el valor nutricional- tiendan a
desaparecer. Los agricultores y desarrolladores de semillas se han dedicado a
seleccionar nuevas variedades de plantas con características como el sabor, la
uniformidad (de tamaño y maduración), la productividad,
la resistencia a plagas y el crecimiento rápido. Esta última característica
resulta de principal interés, ya que las plantas que crecen más rápido tendrían
menos tiempo para establecer micorrizas, lo que
produciría una reducción en la absorción de ciertos nutrientes.
Otra explicación
apuntaría a una pérdida de la fertilidad de los suelos agrícolas, producto de
su sobreexplotación y al subsecuente agotamiento de algunos minerales. La
agricultura ha sistematizado sus medios de producción mediante la expansión de
monocultivos dependientes de nitrógeno sintético y plaguicidas, así como
técnicas de arado convencional que erosionan y degradan los suelos. Esto ha
tenido un impacto en la disponibilidad de nutrientes y posiblemente en la
calidad nutricional de los alimentos. La utilización
de agrotóxicos ha reducido la biodiversidad del suelo, incluyendo hongos,
bacterias e invertebrados. De ahí la necesidad de establecer modelos
productivos que reintegren los nutrientes al suelo y en donde se reduzca la
utilización de sustancias tóxicas para mantener ecosistemas saludables.
Pocas cosas son más
importantes que la salud del suelo, ya que de ella
depende el suministro de alimentos. Por lo tanto,
la producción de suelo fértil para satisfacer las necesidades alimentarias -y
no las utilidades corporativas- debe constituirse en el principal objetivo de
la agricultura del siglo XXI. Para ello es fundamental conocer la estructura
física, química y biológica del suelo, un sistema sumamente heterogéneo y
complejo. La importancia de las relaciones ecológicas ha sido marginada por la
agricultura convencional basada en agroquímicos. Sin embargo, en agrosistemas sostenibles
de bajo consumo de insumos externos, se reconoce la importancia de los
microorganismos para mantener la fertilidad del suelo y como forma de
biocontrol de patógenos. Al estudiar la ecología del inframundo, las múltiples
relaciones entre los seres vivos que se llevan a cabo bajo tierra, somos
testigos del entretejido biológico que nos sostiene -desde la escala molecular
hasta la social- y cualquier tendencia al individualismo empieza a perder
sentido.
Ecoportal.net
Revista Paquidermo
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