EL INTESTINO NUESTRO SEGUNDO CEREBRO
EL INTESTINO NUESTRO SEGUNDO CEREBRO
Los
científicos de ahora creen que el intestino funciona como un segundo
cerebro. Pero esto no quiere decir necesariamente que te ayudará a
estudiar para un examen o conseguir un mejor puesto en el trabajo, tu
intestino puede influir en la química de tu estado de ánimo, emociones,
sistema inmunológico y salud a largo plazo. La investigación sugiere
incluso que el intestino puede “aprender” nuevos trucos a través de
acondicionamiento. Estas conexiones de gran alcance, son parte de un
campo emergente de la ciencia llamada neurogastroenterología, diseñada para estudiar el enlace intestino-cerebro.
Todas nuestras emociones, sensaciones de bienestar se generan en nuestros intestinos. El 90% de la serotonina,
la hormona del bienestar, la producimos en el intestino. Poseemos un
verdadero cerebro dentro de nuestras entrañas, y su función neuronal es
muy parecida a la actividad cerebral de la cabeza. Ahora te dejamos 10
datos sobre la inteligencia del intestino que no sabías.
1. El intestino es el único órgano del sistema que puede llevar a cabo sus funciones sin la supervisión del cerebro
Se
podría pensar de tu intestino como un rebelde contra la autoridad; no
espera a que los impulsos de tu cerebro hagan el trabajo importante de
la digestión. No es necesario ya que el intestino actúa como su propio “cerebro”. Ningún otro órgano, incluso el corazón “todopoderoso”, puede compararse con esta habilidad.
2. Hay más de 100 millones de células cerebrales en tu intestino
El poder de tu intestino de pensar por
sí mismo no es ninguna sorpresa; hay millones de células cerebrales o
neuronas, en sus largos ductos (9 metros de intestinos, desde el esófago
hasta el ano). Y son más neuronas que las que se encuentran en la
médula espinal o sistema nervioso periférico.
3. El intestino tiene su propio sistema nervioso
El sistema nervioso entérico, es el
mecanismo de control de la digestión y eliminación, es el soberano de tu
intestino y funciona por su propia cuenta. Algunos científicos lo ven
como parte del sistema nervioso central, mientras que otros lo
consideran propio del intestino. Probablemente evolucionó para dar al
intestino la orden de continuar.
4. El intestino envía señales emocionales al cerebro, lo que sugiere que “sentimos” primero con nuestros intestinos
Hay un nervio visceral grande, encajado
en el intestino, el nervio vago. Investigaciones han revelado que hasta
el 90% de sus fibras llevan información desde el intestino al cerebro,
en lugar de que sea al revés. En otras palabras, el cerebro interpreta
las señales del intestino como las emociones. Así que a veces realmente
debes confiar en tus intestinos.
5. Padecimientos gastrointestinales pueden verse como la “enfermedad mental” del intestino
Un 95% de la serotonina de tu cuerpo, esa molécula de humor maravillosa que sirve como antidepresivo como el Prozac
en tu cuerpo, puede encontrarse en el intestino. Piensa en eso. No es
de extrañarse que la dieta, los medicamentos y antibióticos puedan
causar estragos en el estado de ánimo.
6. Un intestino saludable puede proteger tus huesos
En un estudio de la relación serotonina-intestinos,
los científicos descubrieron un vínculo inesperado entre el intestino y
los huesos. Inhibir la liberación de la serotonina en el intestino
había contrarrestado la reducción de la densidad ósea de la
osteoporosis.
7. Nuevas investigaciones muestran vínculos entre el autismo y menos cepas de bacterias en el intestino
En nueve de cada 10 casos, las personas autistas tienen en común desequilibrios intestinales como el síndrome de intestino permeable,
el síndrome del intestino irritable y menos cepas de bacterias
“buenas”. Investigaciones están buscando posibles tratamientos de
algunos de los trastornos conductuales del autismo por equilibrio de
bacterias en los intestinos, aunque muchos advierten que estos
tratamientos no pueden producir una “cura” para el autismo.
8. La comida afecta tu estado de ánimo
Hay diferentes alimentos que al
introducirse en el intestino a través de tubos de alimentación,
demostraron causar un cambio en los estados de ánimo de la persona, sin
que tuviera conciencia de que era lo que estaba “comiendo”. La grasa, por ejemplo, aumentó los sentimientos de felicidad
y placer (sorprendente, ¿verdad?) que parecen activar la liberación de
dopamina, el opiáceo natural del cerebro. También, el consumo de hidratos de carbono, estimuló la liberación de serotonina, el neurotransmisor del “sentirse bien”.
9. Tu intestino es tu mejor amigo en la temporada de resfríos y gripe
Tu intestino no solo tiene muchas de las células cerebrales, sino también alberga la mayor parte de las células inmunes,
el 70%, y estas se presentan en forma de tejido linfoide asociado al
intestino, o TLAI, que desempeña un papel enorme en la defensa, matando y
expulsando a los invasores extranjeros de enfermedades. El TLAI y tu
microbioma intestinal, que son los billones de bacterias que viven como
un inmenso universo microbiano en tu intestino, trabajan duro para
ayudarte a deshacer de lo que más te aqueja. Es razón de más para tener
cuidado con el uso de antibióticos, ya que estos acaban con las
bacterias beneficiosas junto con las malas.
10. Tu intestino puede convertirse en adicto a opiáceos, al igual que tu cerebro
Dentro de tus intestinos se encuentran receptores opiáceos,
que también se encuentran en el cerebro. El intestino es tan
susceptible a la adicción como el cerebro y puede, de hecho, contribuir a
la intensa dificultad que algunos adictos tienen de dejar el hábito.