La dieta
vegetariana/vegana no tiene absolutamente ningún problema con las proteínas,
esto es sólo un grave desconocimiento de nutricionistas y dietistas «clásicos».
Incluso el problema de las dietas «normales» es precisamente el exceso de
proteínas, sobre todo de origen animal.
Antes de continuar,
déjame que te cite un pequeño cuento...
Dos hombres
necesitaron fabricar sus casas. El primero compró una construcción vieja, la
demolió, tomó todos los ladrillos quebrados y los molió.
El polvo que obtuvo lo
remojó y lo amasó durante mucho tiempo para obtener barro. Al barro tuvo que quitarle
los pedazos de cemento que le habían caído y partes de escombros de la antigua
construcción.
Esto produjo mucha
basura y le costó mucho trabajo deshacerse de ella. Después de muchos días de
trabajo comenzó a moldear el barro para convertirlo en ladrillos nuevos.
De pronto se dio
cuenta que el compañero, que también comenzó a hacer la casa el mismo día, ya
la había terminado. Resulta que este hombre, más inteligente que el primero, en
vez de tumbar escombros, moler ladrillos viejos y amasarlos, fue por barro
nuevo y fabricó los ladrillos de una vez evitándose el trabajo tan inoficioso
que hizo el primer hombre poco inteligente.
Al igual que el primer
hombre, las personas que comen carne para obtener ladrillos —perdón, proteínas—
ponen a trabajar el organismo inoficiosamente, haciéndolo «moler, remojar y
amasar» las proteínas animales, que son complejas, hasta desdoblarlas en
aminoácidos, los cuales se pudieran haber obtenido de una manera más fácil y
sin recargar el organismo con otros «escombros» perjudiciales.
El hombre no necesita
proteínas sino aminoácidos; los aminoácidos de las frutas y vegetales se dejan
transformar fácilmente en proteínas sin recargar el organismo y nos brindan
absolutamente todos los elementos esenciales que requerimos.
Además, la proteína de
la carne es «de segunda mano» (o de segundo orden), pues se obtiene primero de
los vegetales, pasa al animal y luego a los estómagos-cementerios de las
personas que comen cadáveres.
Como los aminoácidos
son muy termoláviles, el fuego a que está sometida la carne los destruye en su
mayor parte y no son utilizados por el cuerpo.
Si bien la dietética
clásica ha hecho énfasis en los efectos nocivos de las grandes privaciones del
consumo de proteínas, extrañamente no ha prestado mucha atención a los efectos
del exceso del consumo de las mismas (debido a intereses económicos y
de consumo).
Si bien es cierto que
los déficit reales de proteínas traen una serie de efectos negativos estos no
son tan frecuentes debido a que el organismo es capaz de reciclar los
aminoácidos, este es un hecho muy conocido presente en cualquier texto de
fisiología o bioquímica médica.
Los seres humanos en
las condiciones normales de nuestro modo de vida, somos capaces de reciclar el
setenta por ciento de los aminoácidos y de seguro que al estudiar las
condiciones de privación este porcentaje de reciclaje aumenta.
Como dije antes, lo
que si es frecuente es lo contrario:
los efectos dañinos del consumo excesivo de proteínas.
los efectos dañinos del consumo excesivo de proteínas.
Existe una gran
cantidad de información verificable que muestra claramente la relación
existente entre las dietas de alto contenido de proteínas y las enfermedades
cardíacas, la hipertensión arterial, el cáncer, la artritis, la osteoporosis,
la gota y muchas otras enfermedades.
Las cantidades de
proteínas que realmente requerimos al día son realmente pocas, tal como dice
Arthur Guyton en su texto de Fisiología Médica: «No necesitamos tanta proteína
como se nos ha hecho creer» (Edición en inglés 1981).