El día que la Tierra deje de rotar, más vale que te
pille en un avión
En este momento, si
está usted leyendo este artículo desde España, se está desplazando a una
velocidad aproximada de 1.180 kilómetros por hora aunque no lo note. La
velocidad exacta dependerá de la latitud en la que se encuentre, que es la
distancia que le separa del Ecuador. En el mismo Ecuador, el paralelo más largo
de la Tierra y por tanto donde más recorrido hay que hacer para completar una
rotación, la velocidad alcanzaría prácticamente los 1.700 km/h, mientras que en
los Polos se reduciría hasta casi anularse.
El movimiento de
rotación de la Tierra, aunque no lo percibamos a través de nuestros sentidos,
es una de las características que condicionan nuestro mundo y nuestra
vida. ¿Qué pasaría por tanto si ese movimiento cesase? ¿Si pudiésemos pisar un
freno imaginario y parar la Tierra? Se trata de una situación totalmente
hipotética, y vistas las predicciones de los científicos, menos mal que es así,
porque las consecuencias serían catastróficas.
Lo que llamamos la
Tierra no es un bloque macizo, piensa en las rocas, o la arena. La superficie,
la corteza terrestre, se desplaza sobre una capa líquida
Para empezar, Fernando Jáuregui, astrónomo del
Planetario de Pamplona, explica que habría que determinar qué parte de la Tierra frenaríamos:
"Lo que llamamos la
Tierra no es un bloque macizo, piensa en las rocas, o la arena. La
superficie, la corteza terrestre, se desplaza sobre una capa líquida". Por
tanto, el efecto sería distinto si detenemos toda la Tierra o si solo paramos
el núcleo.
En el segundo caso, si
solo frenásemos el centro de la Tierra, todas las capas superiores seguirían
girando a causa de la inercia, aunque se detendrían poco a poco a causa del
rozamiento. En este escenario, los efectos del frenazo no serían tan
inmediatos, aunque la recolocación de las placas tectónicas al disminuir la
fuerza centrípeta terminaría provocando grandes terremotos.
Saldríamos despedidos por la inercia
Si en cambio
detuviésemos la Tierra al completo, el impacto en ese mismo momento sería
enorme. Michael Stevens, divulgador británico muy popular en las redes
sociales, ha publicado un vídeo en el que hace recuento de las catástrofes que
seguirían al parón.
Para empezar, al
frenarse la Tierra, saldríamos despedidos a causa de la inercia. Sería un
efecto similar al que sentimos cuando vamos en coche y damos un frenazo: no
notamos que estamos en movimiento hasta que el automóvil se detiene y nosotros
seguimos con el impulso. Solo que en este caso, el impulso sería enorme,
haciéndonos volar en dirección este a miles de kilómetros por hora. Las
personas que en ese momento se encontrasen viajando en aviones por la
atmósfera, y los astronautas de la Estación Espacial Internacional tendrían
alguna oportunidad de sobrevivir (un poco más), los demás nos
convertiríamos en proyectiles voladores.
Si algo aguantase,
sufriría el impacto de fortísimas corrientes de aire, similares a las generadas
por la explosión de una bomba atómica, que arrastrarían todo lo que pillasen a
su paso, generando una erosión y una fricción que provocaría grandes incendios
Y no solo los humanos
saldríamos volando. "Todo lo haría", asegura Jáuregui,
"incluidos nuestros edificios, que no tienen fuerza suficiente para
aguantar un impacto así". Si algo aguantase, sufriría el impacto de
fortísimas corrientes de aire, similares a las generadas por la explosión de
una bomba atómica, que arrastrarían todo lo que pillasen a su paso, generando
una erosión y una fricción que provocaría grandes incendios. Estos vientos
además formarían tormentas de gran violencia.
La Tierra, cada vez más redonda
Al pararse el planeta, desaparecería la fuerza
centrífuga que da a la Tierra su forma elipsoide (achatada por los polos),
redistribuyendo la gravedad y por tanto alterando la configuración de los
océanos y los continentes. De hecho, es probable que enormes olas se tragasen
prácticamente toda la superficie terrestre en un primer momento, para después
ir migrando hacia las zonas polares, donde la gavedad es mayor.
Así, la Tierra quedaría configurada en dos grandes océanos polares y un gran
continente en la franja del Ecuador.
Pero eso cambiaría
poco a poco, ya que sin fuerza centrífuga, la Tierra adoptaría una forma de
esfera cada vez más perfecta, volviendo a distribuirse la gravedad de forma más
uniforme, de forma que las aguas volverían a moverse y las zonas más elevadas
sobresaldrían del nivel del mar.
Aunque no quedaría
nadie en la Tierra para observarlo, al detenerse la rotación también parecería
detenerse el tiempo, ya que es este movimiento el que marca el paso de los días
Aunque no quedaría
nadie en la Tierra para observarlo, al detenerse la rotación también parecería
detenerse el tiempo, ya que es este movimiento el que marca el paso de los
días. Si nuestro planeta siguiese girando en torno al Sol (un movimiento con el
que no nos hemos metido), esa sería toda nuestra percepción temporal. Así, un
día (es decir, un ciclo de día y noche completo hasta volver a observar el Sol
en la misma posición en el cielo) duraría lo mismo que un año, alterando el
ciclo vital de todos los seres vivos que, a estas alturas, pudiesen existir.
Pero la relación de la
Tierra con el Sol se volvería problemática también por otra razón. Al detenerse
la rotación de la Tierra, el campo electromagnético que la cubre desaparecería,
dejándola expuesta a enormes cantidades de radiación provenientes del espacio,
fundamentalmente de nuestra estrella, y aquí ni los pasajeros de los aviones
podrían sobrevivir. Ese campo electromagnético nos protege entre otros de
erupciones de masa solar que el Sol lanza en nuestra dirección de forma
esporádica, y sin él estaríamos totalmente expuestos.